Esta producción alemana se alzó con el Premio Ángel Azul a la mejor película europea en el pasado Festival de Berlín. Su director y coguionista es Wolfgang Becker, y la protagonista, la excelente Katrin Sass. Pero lo mejor es su original argumento. En 1989, la señora Kerner es una convencida del socialismo real. Como ciudadana del Berlín comunista vive entregada al partido y a la difusión de su doctrina. Tras un infarto, entra en coma y, cuando despierta, meses después, Alemania ya ha sido reunificada y no existe más el telón de acero. Es entonces cuando Alex, su hijo, aprovecha la convalecencia de su madre en cama, para hacerle creer que nada ha cambiado y evitar que ella pueda sufrir un nuevo shock. Pero la mentira es cada vez más dificil de mantener.
Esta película navega entre el drama y la comedia, logrando un cóctel simpático. Se critica el comunismo a la vez que se desmitifica el capitalismo; se juzgan las mentiras que tan a menudo inventamos para doblegar la realidad a nuestros deseos; se ensalza el sacrificio de vivir para los demás, y se describe el tipo de sociedad en la que nos gustaría vivir. Sin embargo, lejos de ser un film que naufraga en la utopía, su propuesta principal son sus personajes, a veces mezquinos, llenos de luces y sombras, pero siempre vivos y creíbles.
Good Bye Lenin! es una película un tanto irregular, a veces muy esquemática, pero siempre en un formato espontáneo y ligero en el que nada resulta demasiado estridente. Los actores están estupendamente seleccionados y consiguen siempre la complicidad del público. De modo que queda una interesante metáfora de la caída de las ideologías.
Juan Orellana