El veterano cineasta español Carlos Saura ofrece en su última película un retrato descarnado de lo más profundo de la España profunda. El 7º día recrea los terribles sucesos que en 1990 acaecieron en Puerto Urraco (Badajoz), un pueblo de 200 habitantes en el que dos hermanos, los Izquierdo, provocaron una matanza como resultado de veinte años de odio y venganza contra la familia Cabanillas. Nueve muertos, entre ellos dos niñas, y una docena de heridos fue el resultado de aquel hecho demencial.
Saura y el escritor Ray Loriga han dotado a la historia de una estructura dramática, han cambiado personajes y lugares, pero han respetado los asuntos nucleares. Así, Saura vuelve a uno de sus temas favoritos, que ya desarrolló en La caza, de 1965: la violencia y el odio entre los hombres. Pero también retoma la música flamenca que ha ocupado su interés en la última década, a través de una preciosa banda sonora de Roque Baños. La fotografía y la ambientación son excelentes, y el reparto es de lujo.
Lo peor de la película es su sordidez, el absurdo de un rencor sin salida. La única esperanza la encarna Isabel, una adolescente interpretada por Johana Cobo, que es quien narra en off, y quien, de alguna manera, supera los odios familiares. La película también indaga en el contraste entre el cosmopolita mundo urbano y la atmósfera claustrofóbica de los pueblos perdidos.
Juan Orellana