Trabajar y cuidar

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¿Cómo asegurar el cuidado de las personas en la sociedad actual? He aquí una propuesta desde la ética del cuidado.

Las tareas de cuidar personas se han cubierto tradicionalmente gracias a la disponibilidad de las mujeres. Pero esta solución se ha vuelto más difícil con la creciente actividad profesional femenina y el aumento de las necesidades por el envejecimiento de la población. La ética del cuidado invita a pensar planteamientos políticos y sociales que revaloricen el cuidar y favorezcan que sea ejercido tanto por hombres como por mujeres. La socióloga feminista Nancy Fraser examina la cuestión en un estudio muy citado, “After the Family Wage: A Postindustrial Thought Experiment” (incluido en su libro Justice Interruptus: Critical Reflections on the “Postsocialist” Condition, 1997).

Para compensar la menor disponibilidad de las mujeres, se han probado dos posibilidades, dice Fraser. Una es confiar el cuidado a profesionales e instituciones, con ayudas sociales para contratarlos. El inconveniente es que, como ya se ve, el cuidado se convierte en un trabajo peor remunerado y ejercido por mayoría de mujeres.

Todos tienen que cuidar, y el cuidado no puede ser considerado una pura actividad marginal

Otra posibilidad es dar asignaciones para compensar a quienes reducen la dedicación al trabajo para ocuparse de niños, personas mayores o tareas domésticas: o sea, que la actividad profesional combinada con el cuidado equivalga a un empleo de jornada completa, con salario completo. Esto supone desde luego revalorizar el cuidado, poniéndolo a la altura del trabajo “productivo”. Pero, a falta de una fuerte educación de los hombres para que cuiden, seguirán siendo las mujeres las que casi siempre reduzcan la jornada profesional.

Según Fraser, la solución es abandonar la separación entre los que trabajan y los que cuidan. Habría que plantearse, como dice Fraser en su trabajo, si el free rider es la madre soltera que esquiva el trabajo gracias a las prestaciones sociales, o más bien el hombre con empleo que esquiva el cuidado. Todos tienen que cuidar, y el cuidado no puede ser considerado una pura actividad marginal que supone un coste para la actividad productiva, sino un verdadero trabajo. Pero como el cuidar no puede ser completamente mercantilizado, se puede sostener con una renta básica universal o con una prestación más de la seguridad social.

Además, siempre seguirán haciendo falta cuidados profesionales o fuera del hogar, que las políticas públicas habrían de sostener. Pero es importante que el Estado no suplante ni ahogue las iniciativas de la sociedad civil, porque un monstruo asistencial no funcionaría, y la solidaridad informal aporta una personalización del cuidado.

Fraser reconoce que falta mucho para que se pueda adoptar una solución general que vaya en esa dirección. Pero se necesita una nueva mentalidad antes que nuevas fórmulas, que llegarán cuando la mentalidad sea otra. 

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