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¿Qué dicen las estadísticas sobre la salud mental de los transexuales?

publicado
DURACIÓN LECTURA: 4min.

Varios estudios muestran que el cambio de sexo es a menudo una experiencia psicológica traumática. 

En la avalancha informativa sobre los transexuales a la que asistimos desde que Bruce Jenner anunció que se había convertido en Caitlin Jenner, con frecuencia se nos dice que el cambio de sexo es una experiencia positiva.

Algunos incluso afirman que no hay pruebas de que una operación de cambio de sexo cause daños psicológicos, y que las críticas solo están motivadas por el prejuicio y la “transfobia”. Como ha escrito un activista, “[la visión de] la disforia de género [el malestar con el propio sexo biológico] como una perturbación psicológica ha sido confinada a la papelera de la historia de la medicina, como ya ocurrió con la histeria, la locura o la concepción de la homosexualidad como una enfermedad”.

Pero eso, sencillamente, no es verdad. Cualquier debate sobre la transexualidad, sobre todo cuando se refiera a adolescentes y jóvenes, debe tener presente las lecciones que ofrecen los siguientes artículos con revisión por pares publicados en destacadas revistas.

Más riesgo de trastornos mentales

Un estudio realizado en Boston y publicado a principios de año en el Journal of Adolescent Health, comparó las historias clínicas electrónicas de 180 jóvenes transexuales (106 cambiaron de mujer a varón; 74, de varón a mujer) con los de otro grupo de jóvenes no transexuales que también habían acudido al médico por cualquier motivo. Y concluyó que aquellos tenían una probabilidad de dos a tres veces mayor de sufrir trastornos mentales, incluidos depresión, trastorno de ansiedad, pensamientos suicidas, intento de suicidio, autolesiones sin intención de quitarse la vida, tratamiento dentro y fuera del hospital en comparación con los jóvenes del grupo de control.

Y aunque los autores del artículo mostraban simpatía hacia los primeros constataron que “un porcentaje notablemente superior de pacientes adolescentes y jóvenes transexuales sufrían problemas de salud mental en comparación con los jóvenes cisgéneros [los que están a gusto con su sexo biológico]”.

Un estudio publicado en PLoS One en 2011, con una muestra de más de 300 personas que se habían sometido a un cambio de sexo en Suecia durante los últimos 30 años, llegó a una conclusión igualmente sombría: “Después del cambio de sexo, las personas con transexualismo tienen riesgos notablemente más altos de mortalidad, conducta suicida, patología psiquiátrica que el conjunto de la población. Nuestros resultados indican que el cambio de sexo, aunque alivia la disforia de género, puede ser un tratamiento insuficiente para el transexualismo, y deberían llevar a mejorar la atención psiquiátrica y médica a este grupo de pacientes tras el cambio de sexo”.

El mismo estudio también se quejaba de que “son escasos los estudios que hagan un seguimiento prolongado después del cambio de sexo”. Por tanto, es demasiado pronto para sostener que la experiencia transexual es mayoritariamente positiva.

Mayor prevalencia de suicidio

Una investigación realizada el año pasado registró “un nivel extraordinariamente alto de comportamientos suicidas entre los transexuales adultos”. Los datos fueron recogidos por el Instituto Williams, un think tank LGTB de la Facultad de Derecho de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), y por la Asociación Americana de Prevención del Suicidio.

Sus conclusiones también dan que pensar: “La prevalencia de los intentos de suicidio entre los participantes en la Encuesta Nacional sobre Discriminación Transexual, realizada por el Grupo de Trabajo Nacional de Gays y Lesbianas y el Centro Nacional para la Igualdad Transexual, es del 41%, muy superior al 4,6% registrado en el conjunto de la población estadounidense, así como al 10-20% de lesbianas, homosexuales y bisexuales”.

Ninguna de estas tristes estadísticas son noticia. Y eso que estos riesgos han sido ampliamente estudiados desde hace tiempo. Por ejemplo, un estudio de 2001 publicado en el American Journal of Public Health reveló que de 392 transexuales que pasaron de varón a mujer y de 123 que hicieron el cambio inverso, el 62% de los primeros y el 55% de los segundos habían caído en depresión; el 32% de cada grupo había intentado suicidarse.

“La prevalencia de los intentos de suicidio entre los transexuales que cambiaron de varón a mujer o viceversa resulta mucho más alta que en una muestra aleatoria de hogares estadounidenses [heterosexuales] y en una muestra representativa de adultos con parejas del mismo sexo. Estas conclusiones confirman un estudio previo realizado en Holanda sobre transexuales que cambian de varón a mujer: el número de suicidios entre estas personas era mucho más elevado que la mortalidad esperada entre los varones holandeses”.

Con demasiada frecuencia, hoy se dice de manera simplista que los jóvenes atribulados pueden resolver sus conflictos psicológicos mediante el cambio de sexo. Quienes dicen esto se engañan a sí mismos y engañan a los demás. Los hechos están a la vista, especialmente para todos aquellos que se están pensando pasar por el quirófano: para muchas personas, la vida como transexual está llena de dolor psicológico.

Michael Cook es director de MercatorNet, donde se publicó originalmente este artículo.

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