En la última década se ha instalado una visión hegemónica del feminismo que está alejando a muchas personas de un movimiento que, en principio, reivindica algo tan de sentido común como la igualdad efectiva entre hombres y mujeres.
Sin embargo, cada vez más personas reniegan de la etiqueta feminista, cada más jóvenes muestran conductas machistas, cada vez más personas niegan la existencia de problemas específicos de las mujeres…
¿Qué ha ocurrido? Indomables: Diez mujeres frente al feminismo hegemónico (Ladera Norte, 2024) reúne los ensayos de sendas autoras que pretenden dar respuesta a lo que ha sucedido, denunciar las hipocresías de este feminismo hegemónico y proponer vías alternativas para dar una respuesta verdadera a las necesidades de las mujeres…y de los hombres.
“Pertenecen a generaciones, profesiones y experiencias distintas, pero tienen un objetivo común: devolver el feminismo a la razón. Lo hacen sin obviar tramposamente las diferencias biológicas entre los sexos y con un caleidoscopio de visiones que ayude a entender la condición de la mujer española de hoy y sus desafíos reales”. Así lo resume el prólogo del libro, coordinado por la abogada Berta González de Vega y la periodista Yaiza Santos.
Las diez autoras vienen de sitios distintos y ni siquiera están de acuerdo entre ellas en todo lo que exponen, pero precisamente ese es el valor de la obra: sacar a la luz la pluralidad de posturas que pueden coexistir dentro de un mismo planteamiento.
Según Yaiza Santos, la sociedad contemporánea convierte a la mujer en una víctima por defecto y, por tanto, en una menor de edad necesitada de la tutelada del Estado
Así lo explicaban en la presentación del libro, en la Fundación Tatiana, que contó con la presencia de Yaiza Santos, Berta González de Vega y María Calvo Charro, profesora en la Universidad Carlos III.
No nacemos víctimas
El germen de este libro es un manifiesto titulado No nacemos víctimas, publicado en El País en 2018, que firmaron, entre otras mujeres, Santos y González de Vega.
Santos explica que la sociedad contemporánea convierte a la mujer en una víctima por defecto y, por tanto, en una menor de edad sin responsabilidad personal y con necesidad de ser tutelada por el Estado.
El feminismo hegemónico acaba proponiendo una visión muy limitada de la autonomía de la mujer, que la lleva a renunciar al ejercicio de su propia libertad.
Santos va un paso más allá y señala que esta visión se está imponiendo a las nuevas generaciones y se les educa en el miedo generalizado: a tener hijos, a comprometerse, al cambio climático…
“No tengan miedo”, anima Santos en su capítulo de Indomables. No tengan miedo porque no son víctimas, quiere recordar la periodista, que denuncia que la víctima se ha convertido en el héroe de nuestro tiempo, con el peligro que eso supone para una sociedad libre.
En la misma línea habla María Blanco, doctora en Ciencias Económicas y Empresariales, en su capítulo, titulado “La riqueza es la llave de la cárcel”: “Es fundamental desenmascarar a quienes, con su mensaje tan buenista como condescendiente, desde el poder político, hablan en tu nombre, gastan tu dinero, deciden cuáles son tus necesidades, dictan cómo debe ser tu comportamiento y pretenden cambiar la sociedad, sistema hipercomplejo donde los haya, a golpe de ley, de censura y de privilegios”.
La maternidad, la verdadera víctima del feminismo
Que la maternidad es la asignatura pendiente del feminismo lo vienen advirtiendo ya muchas autoras feministas.
María Calvo ahonda en esta cuestión en Indomables, y señala que la maternidad es el gran sujeto problematizado de la última década del feminismo contemporáneo.
“Ahora hay una nueva mística de la feminidad que es ser una mujer de éxito, que busca su libertad en la ausencia de vínculos” (María Calvo Charro)
Calvo sostiene que la visión de la maternidad ha sufrido un movimiento pendular y ha pasado de una visión niñocéntrica de la mujer, en la que la mujer era solo madre sin una visibilidad pública (el fenómeno descrito en la mística de Betty) a “una nueva mística de la feminidad que es ser una mujer de éxito, que busca su libertad en la ausencia de vínculos, sobre todo de vínculos con los hombres y de vínculos con los hijos”, señala.
Calvo advierte que la maternidad se ha ido concibiendo cada vez más como una opresión y que el feminismo es en parte responsable de esta visión. Además, considera absurdo que no se le dé más apoyo desde lo público a la maternidad, puesto que es la única manera de asegurar el relevo generacional. “No solo se hace daño a las mujeres, se hace daño a la sociedad”, resume.
Y denuncia también que desde el sector privado se opte más por prácticas como la congelación de óvulos, que lanzan el mensaje de que es más importante la realización profesional que la libertad de poder ser madre en el mejor momento.
Los niños (y los hombres) no están bien
¿Y qué pasa con los padres? Tanto María Calvo como Yaiza Santos y Berta González de Vega insisten en la importancia de la figura paterna y lamentan que a veces se la presente como un papel secundario e innecesario.
Las autoras denuncian que esto se produce por una creciente demonización de la figura del hombre, impuesta por este feminismo hegemónico que constantemente necesita señalar como tóxica la masculinidad y atribuirle al hombre todos los comportamientos nocivos.
Esto, unido a la desintegración de la figura paterna, está provocando un auge de problemas que afectan principalmente a los hombres, y de los que autores como Christina Hoff Sommers o Richard Reeves se están ocupando de analizar.
Estos expertos llevan años alertando de estas cuestiones y denunciando el abandono de los problemas masculinos por parte de las instituciones.
Es Berta González de Vega la que reflexiona sobre este asunto en Indomables en su capítulo, “Los chicos no están bien, y no importa”, donde pone el acento en las tasas de fracaso escolar, la patologización de comportamientos que se consideraban sanos y normales en la infancia de un varón o los índices de ludopatía y suicidios entre los hombres.
Hay un tinglado de feminismo profesional que necesita poner el acento continuamente en lo mal que están las niñas para justificar su propia existencia, sostiene Rebeca Argudo
La consecuencia de este alejamiento de la realidad de los chicos es una brecha ideológica cada vez mayor entre los sexos y un auge de comportamientos problemáticos entre los niños que no están siendo afrontados como deberían.
La manipulación de los datos y las leyes ideológicas
Estas autoras denuncian que se sobredimensionan los problemas de las niñas y se ocultan los de los niños, lo cual solo es posible gracias a una manipulación de los datos que además sirve para retroalimentar una maquinaria de leyes, de cursos de género y de políticas de dudosa eficacia.
Por ejemplo, señalan que la obsesión por promocionar la presencia de las mujeres en las ciencias STEM oculta que estas ya son mayoría en el ámbito sanitario, o que es más necesario que nunca que haya más figuras masculinas entre el profesorado.
En su capítulo, “Follow the Money”, la periodista Rebeca Argudo asegura que hay un tinglado de feminismo profesional que necesita poner el acento continuamente en lo mal que están las niñas para justificar su propia existencia.
Por su parte, en “El populismo feminista”, la abogada Guadalupe Sánchez, también señala que la manipulación de los datos y la desconexión con la realidad lleva a aprobar leyes “chapuza” que criminalizan al hombre y victimizan a la mujer, que generan una genitalización punitiva y que socavan la presunción de inocencia.
Y en esa línea de denunciar el populismo, la catedrática de Comunicación y ex diputada de Ciudadanos Marta Martín Llaguno critica también que se instrumentalice la presencia de las mujeres en política para presentarse como partidos defensores de la igualdad, aunque luego esas mujeres no tengan una representación real o estén relegadas a ámbitos de escasa influencia.
Una gran crítica al legado de la revolución sexual
¿Cuándo empezó a producirse esta desconexión con la realidad? Para muchas de las autoras, la respuesta es el legado de la Revolución Sexual (otras no están tan de acuerdo y celebran los avances que trajo).
Lo que señalan las feministas críticas con la revolución sexual es que en los postulados de este movimiento de la segunda mitad del siglo XX se encontraba ya la pretensión de que las mujeres pasaran por encima de su propia biología, así como la configuración de una sociedad que ha acabado respondiendo mejor a los deseos masculinos.
Lo describe así Teresa Giménez Barbat, antropóloga, escritora y política. Giménez Barbat se apoya en autoras como Louise Perry y Anne Campbell, que aseguran que las promesas de libertad de la revolución sexual se han cumplido más para los hombres que para las mujeres.
La autora reivindica un postulado que es cada vez más discutido: aceptar que mujeres y hombres somos diferentes. Ignorar esa realidad biológica y psicológica se traduce en una manera de concebir la sociedad en la que hombres y mujeres salen perdiendo en distintos ámbitos.
Y aun así, feminismo
Estas autoras no reniegan de la etiqueta de feminista (aunque alguna reconoce que ganas no le han faltado).
De hecho, la abogada y escritora Paula Fraga reivindica que el verdadero feminismo es la solución a este problema. Pero, dice, un feminismo de raíz ilustrada “que recupere la racionalidad y la igualdad como máximas”.
Para ello, Miriam Tey, columnista y ex directora del Instituto de la Mujer en España, aboga por que el feminismo vuelva a reconciliarse con la realidad para encontrar soluciones efectivas que sirvan a los intereses de todos.
“La obligada reconciliación solo se puede lograr a través del reconocimiento de lo que hay, lo que debería haber y lo que nos gustaría que hubiera, asumiendo y repartiendo responsabilidades con mayor equidad. De lo contrario estamos abocados a la frustración y al resentimiento”, resume.
Un comentario
No consigo leer completo este artículo, aunque soy suscriptora.