8M, entre la abolición y el “entrismo”

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Manifestación oficial del 8 de marzo de 2022 en Madrid (CC Nemo)

 

Desde hace años, las manifestaciones feministas del 8M en España tienen su propia historia. En los años 2018 y 2019 se batieron récords de participación, mientras que el protagonista de las marchas de 2020 y 2021 fue el covid. El 8M de 2022 ha venido marcado por una lucha de pancartas y dobles manifestaciones que demuestran algo que ya se sabía: que el feminismo en España está dividido.

No es solo un problema del feminismo español, aunque quizás en España, esta colisión entre “feminismos” es más visible. Una colisión que ha hecho que, en más de 20 ciudades españolas no se celebre una manifestación, sino dos. En el caso de Madrid, representativo por ser la capital de España y porque siempre ha celebrado unas manifestaciones multitudinarias, desfilaron dos concentraciones: una, la oficial, impulsada desde el Ministerio de Igualdad, llevaba como consigna “Derechos para todas, todos los días. Aquí estamos las feministas”, mientras que la segunda, organizada por el Movimiento Feminista de Madrid, se manifestó con la pancarta “El feminismo es abolicionista”.

Si de algo se ha hablado en este 8M, es de abolición. Como señala Lola Venegas, es el término que resume las reivindicaciones de este feminismo que algunas consideran disidente, pero que sus defensoras proclaman como único posible. “Somos abolicionistas de la prostitución, de los vientres de alquiler, de la pornografía y del género entendido como normas que asumen que el papel de la mujer es ser sumisas”, afirma la representante del Movimiento Feminista de Madrid.

Esta frase resume los cuatro importantes puntos en los que las feministas discrepan. Frente a la abolición, la otra rama del feminismo, encabezada en España por el Ministerio de Igualdad, defiende la ley trans –y la equiparación entre sexo y género–, y la libertad en el caso de la pornografía, la prostitución y los vientres de alquiler.

Con una comparación sencilla pero expresiva, lo explica a Aceprensa María Blanco, profesora de Historia del Pensamiento Económico y autora de Afrodita desenmascarada:Hay muchas mujeres que se han sentido como el queso del sándwich: encerradas entre un feminismo radical que considera al hombre como enemigo a batir y afirma que todos los varones son violadores y otra postura que dice que la violencia contra las mujeres no existe y que la igualdad es una meta conseguida. No se han sentido representadas por ninguno de los dos extremos y esto al final ha estallado”.

“Hemos entrado en debates absurdos y en defensas ridículas sobre si hay que luchar contra el manspreading” (María Blanco)

Blanco piensa que hay que despolitizar el feminismo y alejarse de eslóganes simplistas para tratar de resolver los problemas reales: “Hay que ser críticos con las políticas feministas y si, en casi veinte años de ley de violencia de género no se ha conseguido nada, habrá que cambiar de camino”. En ese sentido, señala también cómo el feminismo –al entrar en batallas ideológicas– se ha empequeñecido: “Hemos entrado en debates absurdos y en defensas ridículas sobre si hay que luchar contra el manspreading. Es absurdo si pensamos, por ejemplo, en la situación de las mujeres en Ucrania que están luchando con los hombres contra Putin y cuidando a sus hijos y a sus padres en los refugios, o dando a luz en un búnker con apenas luz y agua. En la defensa de esas mujeres es donde tenemos que estar, no en cuestiones nimias”, sentencia Blanco.

Entrismo en el feminismo

En relación con la politización del feminismo, no es ajena la tendencia reciente a agrupar bajo la bandera morada toda una serie de reivindicaciones de la izquierda política. Es lo que algunos consideran “entrismo” dentro del movimiento feminista y que resulta manifiesto cuando se escucha, por ejemplo, a Pablo Iglesias, fundador de Unidas Podemos, hablar, en su podcast de este 8M, de un “feminismo inclusivo e interseccional que invita a todos a unirnos a la resistencia al racismo, la islamofobia, al antisemitismo, la misoginia y la explotación capitalista. A la resistencia a los multimillonarios, los especuladores, a los ataques contra los inmigrantes, a los ataques contra las personas con discapacidad, resistencia a la violencia estatal perpetrada por la policía y por la industria penitenciaria [?], resistencia a la violencia de género especialmente hacia las mujeres trans de color”. Demasiadas resistencias para un solo movimiento que lo que pretendía en su origen y sigue pretendiendo es, sencillamente, la igualdad entre hombres y mujeres.

“La intención del ‘entrismo’ consiste en desvirtuar el movimiento feminista con otros movimientos reales o inventados” (Victoria Sendón)

Como sostienen no pocas feministas, este afán acaparador pone en peligro precisamente la propia defensa de las mujeres que quedan “borradas” o sepultadas entre tantas batallas. “El feminismo no es un cajón de sastre o ‘desastre’ que incluya todas las luchas y sufrimientos humanos con intereses muchas veces encontrados. ¿Por qué un gay o un trans tienen que pertenecer ‘per se’ al movimiento feminista? En muchos casos son de lo más misógino. ¿O por qué las mujeres inmigrantes, a quienes se está instigando contra las europeas blancas y colonialistas (también ‘per se’) se incluyen en el feminismo con un afán de enfrentar a las mujeres mismas? La intención del ‘entrismo’ consiste en desvirtuar el movimiento feminista con otros movimientos reales o inventados para hacerse con una vanguardia que desplace la auténtica”, señalaba Victoria Sendón.

Este año, además de defender todas esas causas, se coqueteó con la idea de añadir a la pancarta de la manifestación gubernamental un “No a la guerra”. Al final, se impuso la cordura –política– para no ahondar en la división de los dos partidos, y se dejó el pacifismo para otras manifestaciones.

En resumen, si el abolicionismo puede describir a una facción del feminismo, el “entrismo” –o la inclusión– podrían definir al otro. Lo que parece claro es que, de momento, es difícil que uno y otro bando lleguen a sumar y a entenderse. Al menos este 8M no lo han conseguido.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

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