El fin de semana, ese solitario túnel…

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Shot of depressed young woman having headache while drinking coffee on sofa at home.

Desear que pase pronto el fin de semana para poder regresar al trabajo es un anhelo quizás poco frecuente. Pero si en casa no hay nadie con quien reírse, enfadarse, consultar cosas, comentar una película, etc., el sábado y el domingo pueden ser de todo menos días de esparcimiento.

El diario británico The Guardian ha publicado un artículo sobre lo que denomina la “soledad del fin de semana”, y ha recogido cientos de testimonios de Indonesia a Inglaterra, de adolescentes a ancianos. Hablan por igual quienes se levantan el sábado con una tristeza infinita, por el vacío relacional de 48 horas que ven ante sí, y aquellos que aprecian cierta complicidad del ambiente –las calles silenciosas del domingo, por ejemplo– en hacerles más difícil el paso hacia el lunes.

Unos, como Liz, tienen una semana laboral tan ajetreada que no les permite tomar un café con las amigas. El fin de semana, que sí podría, aquellas son absorbidas por su vida familiar. “Es como si el sábado me cerraran las puertas: los fines de semana son para las parejas. Y no me invitan a una cena porque estoy soltera”. Por eso le cuesta trabajo salirse de entre las sábanas, y espera con ansia el lunes, que “siempre es un alivio”.

También los amigos de Mark, de 32 años, tienen ya sus novias o esposas, y él se siente como en la estacada: “Puede suceder realmente muy rápido. De repente, tu grupo ya no está. Eres una amistad de segunda categoría, relegado a las noches de entre semana. No estás en las cenas de parejas […], y empieza a faltarte confianza en tu capacidad de conectar; dudas de hacer sugerencias; asumes que no eres bienvenido y te retiras… Es un círculo tóxico”.

Otros entrevistados sobrellevan la situación como pueden. Mientras Kate se horroriza pensando en su ya cercana jubilación –“todos los días serán fin de semana”–, Sarah, de 44 años, dice que su estrategia es mantenerse siempre dispuesta para decir “sí” a la primera invitación que le pase cerca, porque así la vuelven a invitar. “He tenido mucha suerte de ser la sustituta en unas pocas situaciones”, afirma, aunque sabe que eso no suena demasiado bien.

Solos entre tantísima gente

Los fines de semana, y quizás más los domingos, pueden causar una sensación de agobio importante a aquellas personas que viven solas porque no les queda más remedio, con lo que su sensación de angustia por la falta de compañía puede aumentar. El tema, según algunos expertos, no ha sido objeto de una investigación específica, sino que ha aparecido de rebote en otras pesquisas sobre la soledad, y más como fría estadística que como motivo de análisis.

Una de ellas, un sondeo de YouGov para la campaña británica Let’s Talk Loneliness (“Hablemos sobre la soledad”), arroja que un 25% de las personas adultas dicen sentirse solas durante el fin de semana, y que las noches de sábado y domingo son el momento más angustioso (16%). Un dato de particular interés es que la mayoría de los que dicen sufrir el aislamiento viven en las ciudades (el 56%), algo que se repite fuera de las fronteras británicas. En España, un estudio sobre la soledad, patrocinado por las fundaciones ONCE y AXA, afirma que “las personas que viven en grandes centros urbanos y metropolitanos tienen más propensión a padecer situaciones de soledad que quienes residen en núcleos pequeños de población”, pues “en las pequeñas comunidades, en caso de necesidad, la gente tiene asegurada la compañía y ayuda de los vecinos, con los que hay relación diaria y generalmente muy intensa”.

Según un sondeo de YouGov, un 25% de los adultos británicos dicen sentirse solos durante el fin de semana

La investigación española examinó una muestra de 1.206 personas. De ellas, viven solas 236, que fueron clasificadas entre quienes lo hacen por decisión propia y por obligación. ¿Quiénes experimentan más la angustia de la soledad en las noches y en los fines de semana? Los del segundo grupo, con un 47% y un 11,5% en ambas situaciones, frente al 26% y el 8% de los solos por elección.

Es llamativo también que, en respuesta a esa soledad, un 20% de los solos voluntarios se pone las pilas y llama o envía mensajes por WhatsApp a sus conocidos, algo que solo hace el 14,6% de los solos obligados. Ponerse a ver la TV o navegar por Internet les resulta más oportuno a estos últimos (62%) que a los solos por elección (48%). Si a unos el riesgo del aislamiento los empuja a abrir las puertas y contactar físicamente a sus conocidos, a otros los invita a enclaustrarse más; el “círculo tóxico”, en definitiva, al que aludía más arriba un joven británico.

Cuando más duele

Otra reciente investigación en el Reino Unido, el Loneliness Experiment de la BBC, acopió información de 55.000 personas. Entre sus hallazgos estuvo que el grupo generacional más proclive a sufrir la soledad (con el 40%) era, contra toda suposición, el de los jóvenes de 16 a 24 años, por tener menos experiencia a la hora de regular sus emociones y porque, en su búsqueda de un lugar en la sociedad, es normal que en ocasiones se aíslen.

También concluyó que las personas que se sienten discriminadas tienen mayor tendencia a angustiarse por su soledad; que a quien se siente aislado le avergüenza sentirse así; que los solos pueden experimentar un alto nivel de empatía hacia otros en situación de desventaja…

Pero nadie hizo un aparte para el asunto de los fines de semana. “No es algo que se haya investigado”, reconoce a The Guardian Pamela Qualter, profesora de Psicología en Manchester y autora del informe. No se detectó, dice, “nada parecido a un momento del día o una temporada en que la gente se sintiera especialmente aislada. Pero no preguntamos acerca del fin de semana”.

Tampoco lo aborda particularmente el estudio español. El sociólogo Juan Díez-Nicolás, coautor del informe, nos comenta que, en efecto, merecería examinarse en futuras investigaciones. Y aunque sin datos verificados, sí entrevé una relación entre el fin de semana y la sensación de aislamiento.

El experto opina que, tanto en esos días como en las vacaciones puede sentirse más la soledad, pues “son momentos que permiten estar en la calle, como ocurre en primavera y verano, e incluso en otoño. [El sociólogo Émile] Durkheim sugirió que los suicidios eran más probables en esos meses y en climas moderados, precisamente porque quienes experimentan la soledad tienen más conciencia de ella cuando ven a la gente en lugares públicos y acompañada, mientras ellos están solos”.

Por su parte, Celia Castro, psicóloga del Teléfono de la Esperanza, en Madrid, nos dice que los motivos por los que más llaman los interesados son, o bien que están atravesando una depresión, o bien su soledad. “Si la persona dispone de una red de apoyo, no acude a un teléfono de ayuda”, asegura.

Quienes experimentan la soledad tienen más conciencia de ella cuando ven a la gente en lugares públicos y acompañada

¿Cuándo llaman más? “Por la experiencia de los orientadores que reciben las llamadas, es en las Navidades, por las noches, momentos en que aumenta la angustia”. No tiene datos concretos sobre una mayor incidencia en fines de semana, pero admite que bien puede ser así, pues “durante la semana, las personas tienen sus trabajos, sus rutinas, y cuando llega el tiempo libre caen en la cuenta de que no tienen con quién compartirlo, y es cuando el sentimiento se acrecienta”.

Que el sábado y el domingo deparen, en definitiva, más ratos de desolación que de solaz, precisa que se ponga el foco en este fenómeno particular. La soledad obligada ya aflige bastante de lunes a viernes como para obviar esa que se cuela el finde en casa de los aislados, llevando consigo un lejano eco de risas.

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