¡Ya tenemos TV, sólo falta la electricidad!

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Las reformas económicas emprendidas en la India hace cuatro años están empezando a cambiar las aspiraciones y los hábitos de gasto del mundo rural. Cada vez hay en el campo más bienes de consumo, aunque muchas veces fallan las infraestructuras que permitirían sacarles partido. Pero el cambio confirma que los pobres no están condenados al subdesarrollo.

El factor más influyente en el boom del consumo en la India rural es la televisión, que hace descubrir productos y estilos de vida antes lejanos o desconocidos. Un televisor es lo que todo el mundo quiere tener. El número de hogares con televisor, que en 1984 era 3,6 millones, es hoy 40 millones. Unos 10 millones de telespectadores reciben Star TV, televisión por satélite desde Hong Kong. Y la televisión ha despertado el afán de imitar el estilo de vida de la clase media urbana, con sus electrodomésticos, ciclomotores y muebles de otro tipo.

Antes que nada, estos productos son un símbolo de buena posición social. Hasta el punto de que su posesión es más importante que su uso, como revela un reciente reportaje del International Herald Tribune. Pues a menudo las infraestructuras apenas permiten utilizarlos. Así, hay quien compra una lavadora, aunque su mujer, que sigue yendo a buscar agua con el cántaro a la fuente, rara vez la utiliza. También es importante que los vecinos envidien el aparato de televisión, aunque la electricidad que llega al pueblo unas pocas horas por la noche es de tan bajo voltaje que apenas alimenta el televisor. El automóvil sigue siendo inalcanzable para la mayoría de la gente, pero los ciclomotores se están difundiendo más.

El cambio es más notable si se tiene en cuenta que hace cinco años los escaparates tenían un aire de país comunista. Las reformas económicas emprendidas desde entonces han supuesto una mayor apertura a la economía de mercado: desmantelamiento de las autorizaciones administrativas, privatizaciones, reducción de aranceles, estímulo a las inversiones extranjeras… La economía ha empezado así a salir de su letargo.

Según estudios de mercado locales, en este país de 880 millones de habitantes, la clase media oscilaría entre 150 y 200 millones de personas. Por encima hay 9 millones de muy ricos, y unos 90 millones con un poder adquisitivo de tipo occidental; por debajo, en torno a un 30% (265 millones) han superado el nivel de pobreza y empiezan a tener una capacidad de consumir y de ahorrar; quedan unos 300 millones que sobreviven por debajo del nivel de pobreza.

El impacto del incipiente «consumismo» en el mundo rural está siendo ambivalente. El nivel de vida va mejorando. Pero, por el afán de tener más bienes, las familias se endeudan cada vez más, los jóvenes emigran a las ciudades en busca de empleos más lucrativos y… el coste de la dote por matrimonio se eleva para desesperación de las familias con más hijas. Por lo demás, se repite la clásica historia del despegue del subdesarrollo.

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