Semanas atrás, cuando el presidente venezolano afirmó que, pese al desplome global de los precios del petróleo, “Dios proveerá”, algún jocoso autor redactó una “respuesta” de Dios: “Mi pequeña y hermosa criatura: ya yo proveí”, en la que le citaba una extensa lista de recursos naturales aprovechables —la riqueza petrolera en primer lugar, pero no la única— y de personalidades ilustres de ese pueblo a las que podía haberse escuchado para potenciar un desarrollo económico integral. Uno de los venezolanos
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