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Los países más pobres siguen arrastrando el fardo de la deuda

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La condonación de la deuda externa de los países pobres ha vuelto a ser reclamada en el reciente Foro Social Mundial de Porto Alegre. Pero el mecanismo para la reducción de la deuda ideado por los organismos internacionales acreedores (sobre todo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) es lento y laborioso. Actualmente 26 de los países más pobres y endeudados han sido admitidos a este proceso, diseñado con el objetivo de que devuelvan solo la deuda compatible con un desarrollo sostenible (cfr. servicios 87/00 y 159/00).

La deuda de los países más pobres es sobre todo con el BM y el FMI; el resto era deuda bilateral con los países ricos, que fue ya perdonada, como gesto de ayuda o simple reconocimiento de que resultaba incobrable. La iniciativa dirigida a los «Países Pobres muy Endeudados» (HIPC, acrónimo en inglés) fue lanzada en 1996 por el BM y el FMI. El criterio para ser admitido a este proceso es que el país tenga una deuda cuyo valor actual sea superior al 150% de sus exportaciones o al 250% de sus ingresos fiscales.

El mecanismo de la iniciativa HIPC se desarrolla en dos etapas. En la primera, de tres años, el país afectado debe mostrar una ejecutoria de buen gobierno, con medidas de saneamiento económico y de lucha contra la pobreza, diseñadas conjuntamente con el BM y el FMI. Estos se comprometen a prestar, durante ese periodo, el apoyo financiero transitorio. Al cabo de esos tres años, se determina si el nivel de deuda del país resulta sostenible, y si el servicio de la deuda desborda sus posibilidades -como suele ocurrir-, obtiene un primer paquete de reducción. En una segunda etapa, de duración variable, el país sigue aplicando reformas estructurales, hasta alcanzar un «punto de culminación», con lo que obtiene el alivio definitivo de la deuda. Lo cual no quiere decir que se le perdone todo, pues el objetivo final es que la deuda de los países más pobres quede reducida a la mitad.

Hasta el momento han comenzado este proceso de alivio de la deuda 26 países, la gran mayoría del África subsahariana y algunos de Latinoamérica. Y 7 países han alcanzado el «punto de culminación», lo que ha permitido que el servicio de la deuda baje un 26%. Un resultado que, a juicio de los críticos, demuestra que la iniciativa no es suficientemente ambiciosa ni resuelve los problemas de fondo.

¿No sería posible la anulación, pura y simple, de la deuda de los 41 países más pobres, que asciende a 210.000 millones de dólares? Después de todo, solo representa el 8,7% de los 2,4 billones de dólares de la deuda total de los países en desarrollo. Pero los organismos acreedores temen que el impago pueda crear un precedente peligroso en sus negociaciones con sus principales deudores, desde Argentina a Brasil. Por otra parte, después de la condonación los países pobres seguirían necesitando nuevos créditos, y difícilmente podrían obtenerlos si no han resuelto los mismos desequilibrios que provocaron su insolvencia.

En todo caso, se sigue debatiendo la naturaleza e intensidad del programa de ajuste que cabe aplicar a estos países, pues el FMI y el BM han sido acusados de imponer reformas cuyo coste social es inasumible. En este sentido, el acuerdo a que se llegue en las negociaciones con Argentina será un buen índice de la política actual del FMI y el BM.

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