Haití: la culpa no es del cielo

publicado
DURACIÓN LECTURA: 7min.
Ser testigo de un terremoto que acaba con la vida de 230.000 personas es una tentadora ocasión para mirar al cielo y pensar en alguna maldición, máxime si, poco tiempo después del sismo, la zona destruida es visitada por huracanes, inundaciones y males como el cólera. En Haití, donde en enero de 2010 pasó exactamente eso, Mons. Pierre André Dumas, obispo de Anse-a-Veau et Miragoane (en el sur del país), se encaminaba todos los días hacia una lejana población. Una emisora de radio había quedado en pie allí, y él la utilizaba para dirigirse a sus conciudadanos y convencerlos de que aquello no era un castigo divino. Vista la magnitud del seísmo, que no respetó la solidez del palacio presidencial ni de ...

Contenido para suscriptores

Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.

Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.