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Francia: se amplía el plazo de los empleos juveniles

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Con el plan de empleo juvenil de 1997 se trataba en Francia de disminuir el paro, que afectaba entonces al 28% de los menores de 24 años (ver servicio 159/97). La idea era facilitar a los jóvenes puestos subvencionados, por tiempo limitado, que les dieran experiencia y les abrieran las puertas del mercado laboral. Pronto se vio que los contratos, de cinco años, tenderían a «perennizarse» (ver servicio 8/99). Así va a suceder ahora con los 70.000 jóvenes empleados en tareas de apoyo a centros educativos públicos.

De hecho, el 83% pensaban desde el primer momento en orientarse hacia la enseñanza. Y confiaban en que su actividad -funciones de apoyo en las escuelas públicas- no fuera un mero trabajo provisional, para comenzar a hacer curriculum, sino un procedimiento para conseguir un puesto definitivo. Ahora han obtenido del gobierno una prórroga en sus funciones hasta junio de 2003, mientras se debate la cuestión de su futuro y se dotan las plazas de funcionarios a las que puedan concurrir. Todo parece indicar, además, que se abrirá una nueva vía de acceso, a través de concursos específicos que valoren sobre todo la experiencia adquirida.

La inserción profesional resulta más difícil para los que se incorporaron a esta forma de empleo juvenil cuando tenían sólo el títulode bachillerato. Los acuerdos-marco nacionales, firmados en 1999 y 2000 con grandes empresas, no han justificado la esperanza que se puso en ellos. El gobierno pensaba en perspectivas de empleo para 30.000 jóvenes en el plazo de dos a cinco años. No ha sido así, pues la mayor parte de las ofertas de trabajo estaban muy lejos de la formación que habían ido adquiriendo poco a poco los jóvenes. En cambio, de los que contaban con diplomas, unos 9.000 han encontrado un puesto laboral en el sector privado.

Por otra parte, los rectorados y los propios establecimientos educativos han preferido retener a una mano de obra financiada en el 80% por el Estado. Se comprende que haya sucedido así, teniendo en cuenta las principales funciones que realizan estos trabajadores jóvenes de apoyo educativo. Según datos publicados en el diario Le Monde (4-VII-2001), se da un 22% de asistencia informática; un 22% de mediación (no se olvide el avance creciente de la indisciplina y violencia en los centros de enseñanza); un 20% de animación y acompañamiento individualizados; un 18% de ayuda a tareas de documentación; un 11% de asistencia pedagógica; un 5% de asistencia administrativa y, en fin, un simple 1% tanto en asistencia a la integración escolar como en asistencia sanitaria.

En definitiva, el futuro puede depender de ese nuevo tipo de concurso para conseguir plaza dentro del sistema educativo nacional. Pero habrá que sortear aún muchas dificultades, por el requisito previo de que las universidades reconozcan esa experiencia profesional a la hora de conceder los diplomas necesarios.

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