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El hogar, un trabajo con futuro

publicado
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Contrapunto

La Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos ha publicado una estimación de las profesiones en que se crearán o destruirán puestos de trabajo en los próximos diez años. Llama la atención que entre las que crearán más empleo se encuentran varias actividades de servicios personales: atención sanitaria a domicilio, cuidado de niños, cocineros, jardineros… Si la creación de empleo responde siempre a demandas sociales insatisfechas, se diría que la sociedad postindustrial está pidiendo a gritos unos cuidados que son garantía del auténtico bienestar.

Es curioso que buena parte de estos servicios en alza se cubrían antes -y todavía, en muchos sitios, ahora- en el propio seno de la familia, sobre todo por el ama de casa. Cuidar de los niños, atender a los padres ancianos, cocinar para la familia… son tareas decisivas para la buena marcha familiar. Hasta el punto de que cuando falta quien las haga, muchas veces es necesario contratar a alguien.

Ciertamente, esto no quiere decir que las mujeres hayan de limitarse a este tipo de trabajos ni que el modo de hacerlos sea el mismo de antes. Muchas mujeres encontrarán su empleo entre los analistas y programadores de informática, en la enfermería, en las agencias de viajes o en la docencia, que son otras profesiones en alza. Pero las previsiones de las tendencias laborales sí muestran que quienes se dedican al trabajo en el hogar están prestando una de las contribuciones más requeridas en la sociedad de hoy y de mañana para el mantenimiento de la calidad de vida.

Por el contrario, entre los sectores que perderán empleos figuran los de operadores de máquinas de empaquetado, los trabajadores textiles, mecanógrafos, telefonistas, etc., sectores que en buena parte han sido fuente del empleo femenino tradicional. Y es que ahí el trabajador -hombre o mujer- está siendo sustituido por la máquina. En cambio, donde hay futuro es en el ámbito del cuidado de los demás, de la atención personalizada, que antes parecía obligado abandonar para entrar en el «mundo del trabajo».

Ignacio Aréchaga

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