La invasión de Ucrania por parte de Rusia, que ha hecho subir aún más el precio del gas natural –cuyo principal proveedor europeo es el país invasor–, predice una realidad: se avecinan vacas flacas y va a tocar ajustarse el cinturón. Algunos, sin embargo, ven en esta situación también una oportunidad para implementar medidas atrasadas y necesarias, en un intento por ganarle el pulso al cambio climático y retornar a los valores “tradicionales” de sobriedad y austeridad. La cuestión es
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