BeDoCare 2025: Reimaginando el destino de África

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BeDoCare 2025: Reimaginando el destino de África

Nairobi.— La capital de Kenia se convirtió en el epicentro de una reflexión profunda sobre el futuro de África durante la conferencia BeDoCare 2025, celebrada del 1 al 3 de octubre en la Strathmore University. Más de 250 delegados de 21 países –entre responsables públicos, líderes empresariales, académicos, jóvenes y organizaciones sociales– se reunieron bajo un mismo propósito: reimaginar el desarrollo del continente desde la educación, el trabajo y el cuidado.

El evento, coorganizado por Strathmore University, Harambee Africa International y BeDoCare, marcó el debut africano de este movimiento, una iniciativa del comité del centenario del Opus Dei, que antes había tenido ediciones en Roma (2022) y São Paulo (2024). Si Roma puso los cimientos del “cuidado” como motor de transformación, y São Paulo impulsó a la juventud y la innovación en América Latina, Nairobi dio un paso más: afirmar que el destino de África, el continente más joven pero lastrado por la pobreza y la corrupción, no es una promesa futura, sino una tarea presente.

África hacia 2075: una visión compartida

En la apertura, el Dr. Vincent Ogutu, rector de Strathmore University, dio la bienvenida a los participantes con un mensaje de esperanza: “Esta conferencia es una oportunidad para recargar energías, renovar la mirada y prepararnos para la importante labor que nos espera”.

Recordó que la historia de Strathmore está entrelazada con la de la independencia africana. Fundada en 1961, en plena transición colonial, la universidad nació como un proyecto interracial que apostaba por la educación como herramienta de libertad y desarrollo.

Linda Corbi, de Harambee Africa International, definió BeDoCare como “un espacio de encuentro, escucha y colaboración”, y subrayó su objetivo: pasar del discurso a la acción, construyendo una cultura basada en el cuidado, la responsabilidad y la solidaridad.

La reunión comenzó planteando una pregunta clave: ¿cómo será África dentro de 50 años? La primera conferencia magistral, impartida por Francis Okomo-Okello, presidente no ejecutivo de TPS Eastern Africa (Serena Group), trazó el mapa estructural del futuro de África. Pronosticó que el PIB del continente podría triplicarse para 2075, impulsado por una población joven y abundantes recursos naturales. Sin embargo, acompañó su optimismo con una advertencia prudente: “La grandeza futura de África no es inevitable. Dependerá de la integridad, la interconexión y del valor de redefinir a África, no como un continente de carencias, sino como un faro de resiliencia e innovación”.

Juventud, trabajo e innovación: el corazón de la transformación

El segundo día centró la mirada en la juventud, la mayor riqueza de África: más del 60 % de su población tiene menos de 25 años.

El panel sobre jóvenes y empleo fue un punto alto de la jornada. Guillaume Fandjinou advirtió que el paro juvenil es una bomba de tiempo. La profesora Enase Okonedo, rectora de la Pan-Atlantic University de Nigeria, retomó esta reflexión subrayando los dos pilares fundamentales de cualquier ecosistema próspero: el acceso al financiamiento y el acceso a las competencias. Pero también invitó a una introspección más profunda: “¿Cuál es, en última instancia, el propósito de lo que hacemos? ¿Está realmente orientado al bien común?”

“La ética es la infraestructura invisible que África más necesita” (Prof. Luis Franceschi)

Los talleres prácticos exploraron temas como competencias digitales y éticas, la formación profesional como vía de emprendimiento, la innovación en la agricultura y el liderazgo juvenil basado en la confianza y la mentoría.

Ética, sostenibilidad y liderazgo

La jornada final abordó la necesidad de reclamar la voz africana en el mundo, desde una visión ética y sostenible. Quizás la intervención más impactante fue la del profesor Luis Franceschi, secretario general adjunto de la Commonwealth, quien abrió con una metáfora sorprendente al recordar una experiencia en Bangkok: “No importa cuánto frías una araña; sigue siendo una araña”.

Para él, África ha intentado con frecuencia “comerse” la corrupción disfrazándola con leyes y regulaciones. Pero “sin justicia –advirtió–, incluso los mejores proyectos se derrumban. La ética es la infraestructura invisible que África más necesita”. Pues, señaló, abundando en la idea: “La justicia es la verdadera razón de ser del derecho. Sin ella, los puentes se caen, los aeropuertos se deterioran y la confianza se desvanece. Pero cuando la justicia prevalece, la innovación florece, los empleos se multiplican y la confianza se convierte en un recurso renovable”.

Citando a Cicerón y a Chinua Achebe, Franceschi exhortó a ejercer un liderazgo ético: “Puedes elegir ser un protector, un héroe, un patriota, un santo… o puedes elegir ser un depredador, un cobarde, un traidor. La ética es la elección que marca toda la diferencia”.

El debate continuó con un enfoque en las tecnologías verdes y la sostenibilidad energética. El profesor Izael Da Silva, de Strathmore, instó a aprovechar el potencial solar del continente y formar profesionales capaces de liderar la transición hacia una África sostenible: “Debemos decidir ser agentes de cambio.”

También se destacó el papel crucial de las mujeres emprendedoras en la innovación y el desarrollo inclusivo, así como la contribución de la Iglesia en la educación, la salud y la cohesión social.
El arzobispo Anthony Muheria recordó que “el desarrollo sin valores es desarrollo sin dirección”, mientras la hermana Rosemary Ndege compartió testimonios de comunidades que transforman vidas a través de la educación y el acompañamiento pastoral.

Un legado que crece como el baobab

Al cabo de tres días de reflexión y acción, BeDoCare 2025 dejó un mensaje claro: el futuro de África no será un legado recibido, sino una historia escrita por quienes se atreven a ser, hacer y cuidar.

Como resumió Linda Corbi: “Esta conferencia es un don y una responsabilidad: un don porque nos ofrece encuentro y aprendizaje; una responsabilidad porque nos exige actuar más allá de las palabras”. Las semillas plantadas en Roma y São Paulo han echado raíces en Nairobi. Y, como el baobab africano, crecerán dando sombra, alimento y esperanza a las generaciones que vendrán.

Manuel Sánchez
Con la colaboración de Stephen Wakhu, Jemmy Kamau y Teresa Nekesa

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