A la sombra de Monkole

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Atención médica de calidad en un barrio pobre de Kinshasa
Kinshasa. En la República Democrática del Congo, desangrada por años de guerra y de crisis económica, los hospitales están muy deteriorados y hay que pagar por adelantado para ser atendido. En medio de una situación caótica se desarrollan también iniciativas sanitarias como Monkole, que en pocos años ha pasado de dispensario a hospital de prestigio reconocido en Kinshasa. Situado en un barrio pobre, es un buen ejemplo de lo que puede hacer la iniciativa africana, respaldada por la ayuda exterior.

En la web del Ministerio francés de Asuntos Exteriores, en la parte que da consejos a los viajeros al extranjero, se dice a propósito de la situación sanitaria de la República Democrática del Congo: «Los hospitales públicos, tanto en provincias como en la capital, muy deteriorados y con instalaciones obsoletas, desprovistos en general de todo medicamento, no están en condiciones de dispensar cuidados de calidad». Agrega que, en el sector privado, hay médicos generalistas y especialistas de buen nivel que ejercen en clínicas, algunas de las cuales son de estándar europeo. Advierte que siempre hay que pagar por adelantado. En Kinshasa destaca cuatro centros hospitalarios. Uno de ellos es Monkole, que «ofrece prestaciones de calidad respecto a los criterios locales».

Quien tiene dinero siempre encuentra atención médica. Lo llamativo de Monkole es que está situado en uno de los barrios pobres de Kinshasa, que el 48% de sus pacientes es gente sin recursos y solo el 1% son cuadros. Monkole es el nombre de un árbol umbroso que tiene hojas todo el año, pero que cambian de color según las estaciones. También muchos congoleños han podido estar a la sombra del hospital Monkole, aunque no pudieran pagar todo el coste.

En el hospital trabajan 23 médicos y 36 enfermerasEn un barrio pobre

Monkole es fruto de una iniciativa del Centro Congoleño de Formación (CECFOR) y de la ONG italiana Istituto per la Cooperazione Universitaria (ICU). La asociación congoleña CECFOR había constatado carencias importantes en la atención sanitaria: la calidad de los cuidados médicos proporcionados en los hospitales de Kinshasa estaba bajando; ciertos sectores de la población quedaban excluidos a causa de su lejanía del hospital y del precio del servicio; se echaba de menos también el respeto a la intimidad de los enfermos y el acompañamiento a los pacientes terminales. Por estas razones, Monkole se implantó en la periferia del municipio de Mont Ngafula, un barrio pobre que hoy día cuenta con 180.000 habitantes.

Monkole nació en 1991 como un dispensario, en el que trabajaba un médico -el Dr. Etcharri-, un ayudante de laboratorio, tres enfermeros/as, cinco trabajadores manuales, todos bajo la supervisión del director general Álvaro Ferera.

De dispensario a hospital

Lo que empezó pequeño se fue desarrollando. Al principio el horario era de 8 de la mañana a las 17 h. En 1994 el horario de atención médica se amplió también a los domingos. Después el prestigio de Monkole traspasó los límites de su barrio y empezaron a venir pacientes de otros municipios, a veces lejanos. Con este aumento de enfermos las instalaciones resultaban insuficientes. Así que Monkole se vio obligado a prestar asistencia las 24 horas del día, los siete días de la semana.

A medida que se atendían casos clínicos complicados, la hospitalización de los enfermos se hizo necesaria. Así, en 1997 tuvieron lugar las primeras hospitalizaciones. Y a partir de 2001 empezó a funcionar el servicio de cirugía, por el que han pasado ya 400 pacientes.

Cuando empezaron las hospitalizaciones fue preciso construir otro edificio, con la ayuda de un programa de apoyo a las estructuras sanitarias (PATS), financiado por la Unión Europea. El edificio alberga una zona de hospitalización con 29 camas y un centro de protección materno-infantil. Ahí funciona también el servicio que se ocupa de la limpieza, el lavado de ropa y la higiene, que han hecho de Monkole un punto de referencia en este aspecto.

Lo que atrae a los enfermos

Lo que atrae a la mayoría de los enfermos es la atención del personal médico, la acogida que encuentran, la limpieza y la higiene de las instalaciones. Los pacientes no tienen que pagar por adelantado, lo que no ocurre en otros sitios. A las mujeres les atrae mucho que las exploraciones que afectan a su intimidad se desarrollen con una enfermera y llevando un ligero camisón. Y después de la prescripción médica, el paciente puede comprar los medicamentos en la farmacia que hay en el propio hospital. Una capellanía bien organizada es otra de las bazas de Monkole.

Actualmente Monkole cuenta con 37 camas. En el hospital trabajan 23 médicos (10 a tiempo completo y 13 especialistas a tiempo parcial), y 36 enfermeros y enfermeras. Sus instalaciones se han ampliado recientemente con la adquisición de un edificio situado a 20 metros del actual, con lo que se podrá aumentar su capacidad a 47 camas y empezar un servicio de odontología.

Las dificultades de funcionamiento

A las dificultades de montar un hospital, hay que agregar las carencias de infraestructuras que en otros sitios se dan por supuestas. Así, el municipio de Mont Ngafula tiene un difícil aprovisionamiento de agua potable y de electricidad. Esta situación llevó a los directivos de Monkole -siempre con la ayuda del PATS- a construir un pozo de agua en 1997 y a comprar dos generadores eléctricos, para hacer funcionar el motor del pozo y para asegurar la provisión de energía eléctrica en caso de interrupción del servicio. Un repuesto muy necesario, si se tiene en cuenta que desde 1997 los generadores se han utilizado durante más de 4.000 horas.

Aparte de los problemas de agua y de electricidad, Monkole encuentra también problemas para el aprovisionamiento de reactivos de laboratorio.

Otra dificultad, y no la menor, es el reclutamiento de personal de calidad. Para paliar este problema, CECFOR creó en 1997 un Instituto Superior de Enfermería. Desde 2000, unas cincuenta enfermeras se gradúan allí cada año, y Monkole selecciona entre ellas a su personal.

Si la cuestión de las enfermeras está resuelta, sigue pendiente la de los médicos. La formación de los médicos en la Universidad de Kinshasa tiene muchas carencias, por las difíciles condiciones de la enseñanza. Como la Universidad paga mal, los profesores deben trabajar en varios hospitales para completar su sueldo, y dedican poco tiempo a la enseñanza. La falta de materiales hace que se realicen pocas prácticas. En las bibliotecas faltan libros recientes y, por ejemplo, la Facultad no está conectada a Internet. Así que Monkole recluta sobre todo a jóvenes médicos que durante sus estudios han realizado prácticas en el propio centro.

Por eso, los directivos de CECFOR y de Monkole sueñan con crear una Facultad de Medicina. Para conseguirlo sería necesario mucho dinero y becas para la formación del profesorado. Pero no se dice: ¿soñad y os quedaréis cortos?

Atención de un recién nacido en el Centro de Protección Materno-InfantilFinanciación y ayuda externa

Monkole también tiene que superar algunas trabas administrativas. Algunos beneficios concedidos a las asociaciones sin fin de lucro, como son CECFOR y Monkole, le son negados. La razón aducida es la «fortuna» que poseerían los dirigentes de Monkole, pues, dicen, una asociación sin fin de lucro no podría construir edificios de tal valor inmobiliario.

La realidad es que el funcionamiento de Monkole se basa en sus propios ingresos. Al estar instalado en un barrio pobre, es frecuentado en buena parte por gente que apenas puede pagar.

Para equilibrar el presupuesto y hacer inversiones con vistas al desarrollo futuro, Monkole tiene establecidos acuerdos con empresas y, desde este año, con la Embajada de Estados Unidos (la ley congoleña obliga a las empresas a hacerse cargo de la cobertura médica de los trabajadores y de sus familias). Y los mayores ingresos por este concepto compensan los escasos pagos de los más pobres (ver tabla).

A pesar de todo, para asegurar su desarrollo, Monkole debe recurrir a donativos y a la financiación de sus proyectos por parte de terceros, nacionales y extranjeros. En este marco la Unión Europea financió la segunda parte de Monkole, cuando comenzaron las hospitalizaciones. Otros proveedores de fondos destacados han sido el ICU en Italia, el IECD en Francia, la Organización Navarra de Ayuda al Desarrollo (ONAY) en España,…

El porvenir

En 2001, a raíz de una reforma en la sanidad del país, Monkole fue elevado al rango de Hospital General de Referencia del municipio de Mont Ngafula (180.000 habitantes).

La afluencia de pacientes a Monkole ha hecho que, desde hace más de un año, el hospital deba transferir enfermos a otros centros sanitarios de la ciudad, por falta de plazas disponibles para la hospitalización.

Por eso hay planes para construir un hospital de 120 camas con todas las especialidades, lo cual exige comprar otro terreno, pues el espacio actual es reducido. A los dirigentes de Monkole les gustaría realizar este sueño en 2004. Pero como no disponen de suficiente dinero, tienen que confiar en la generosidad de otros.

Extensiones hacia otros barrios

A parte del trabajo sanitario realizado en Monkole, se han desarrollado extensiones médico-sociales en barrios del municipio de Mont Ngafula inaccesibles en coche, que se encuentran desprovistos de infraestructuras elementales.

En 1995 se abrió una primera extensión médico-social, Eliba, en el barrio Kindele. Los habitantes del barrio se benefician hoy de la atención médica básica de un equipo de tres enfermeras, supervisado por un médico una vez por semana; pero también se organizan para mujeres del barrio actividades comunitarias como cursos de higiene, de alfabetización, de economía familiar, de corte y confección.

Otra extensión médico-social se inició en 1996 en el barrio periférico de Kimbondo. Es un barrio más rural que Kindele, pero tan desasistido en la promoción social de sus habitantes tanto por los poderes públicos como por los inversores privados.

Acciones de salud pública

Además de las actividades de medicina comunitaria en las extensiones médico-sociales, Monkole ha examinado, en el marco de un programa de sanidad escolar, a 5.742 escolares de la parte sur de la ciudad y ha realizado el examen preventivo de la drepanocitosis (anemia falciforme) en 2.906 niños.

Los exámenes preventivos han permitido comprobar que el 15% de los niños tienen déficit de vista, un 20% caries dental y un 20% lesiones cutáneas debidas en buena parte a falta de higiene (parasitosis, tiña, etc.). Para contribuir a la educación sanitaria en el ámbito escolar, se han distribuido unos 20.000 folletos.

Monkole forma parte de los diez centros de vigilancia epidemiológica de Kinshasa, un programa del Ministerio de Sanidad.

Los médicos de Monkole, así como otros de la ciudad, asisten una vez al mes a sesiones de formación continua, animadas por lo general por expertos venidos de Europa (París, Pamplona, Lyon, Bruselas…). Estos cursos son organizados por el Centro de Formación y Apoyo Sanitario -otra iniciativa de CECFOR-, y son tenidos en cuenta por algunos departamentos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Kinshasa para los candidatos a la especialización.

El personal de enfermería de Monkole sigue sesiones de formación continua organizadas por el Instituto Superior en Ciencias de Enfermería, en colaboración con la Asociación Nacional de Enfermería del Congo.

Dos médicos de Monkole han realizado periodos de formación en la Clínica Universitaria de Navarra. Por otra parte, Monkole ha recibido a un biólogo de Annecy durante 40 días, una enfermera de Burdeos durante seis meses, una estudiante de medicina y una enfermera del Campus Biomédico de Roma para una estancia de un mes.

También están en marcha varios trabajos de investigación en colaboración con instituciones locales o extranjeras (Inserm-París, Clínica Universitaria de Navarra, Erasme-ULB…). Como fruto de estos trabajos se han publicado seis artículos en la revista nacional Congo Medical y dos en revistas extranjeras.

Philémon Muamba Mumbunda

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