Verano en Baden-Baden

TÍTULO ORIGINALLeto v Badene

GÉNERO

Seix Barral. Madrid (2004). 219 págs. 16 €. Traducción.: Víctor Vladimirov y Elena de Grau.

Leonid Tsypkin (Minsk, 1926-Moscú, 1982), de padres judíos y médicos, sobresalió en el ejercicio de la profesión médica y en la investigación, a la que se dedicó toda su vida. Mientras, cultivaba en secreto una apasionada vocación literaria que chocó, como la de tantos otros, con la fanática ortodoxia del sistema soviético: murió sin saber si su obra vería por fin la luz.

«Verano en Baden-Baden» es una ambiciosa mezcla de diario, relato de viajes, biografía literaria y novela lírica. Pero la manera más completa de definir su género es recurrir al concepto de «metanarrativa». El objeto del relato es el viaje del propio autor de Moscú a un Leningrado aún herido por los horrores del sitio, reconstruyendo las huellas de otro viaje anterior: el que en 1867 iniciaron Dostoievski y su joven esposa Ana Grigorievna por las distintas capitales de Europa y que ocuparía cuatro tormentosos años de enfermedad, pobreza, juego y conflictos conyugales y psicopatológicos.

La narración de Tsypkin parte así de una estructura de diario de viaje en la que se van intercalando las pertinentes recreaciones biográficas del escritor, centradas en la estancia del matrimonio Dostoievski en la ciudad de Baden, famosa por su casino, donde el lector es testigo de la autodestructiva ludopatía del escritor. Lo «metanarrativo» está en el punto de partida de la recreación biográfica que alienta el plan del libro: los diarios de la propia Ana Grigorievna, principal fuente de información del narrador. El discurso por tanto discurre en un doble plano temporal, el del viaje del autor y el del viaje de Dostoievski, y el gran acierto técnico de la novela es la suavidad con que se mueve de uno a otro plano.

Pero hay otra originalidad técnica que forja la verdadera seña de identidad de esta obra: el estilo, la prosa como un «torrente alucinatorio de asociaciones» (como se escribe en el prólogo); en efecto, Tsypkin hace gala de un osado vanguardismo al construir periodos sintácticos gigantescos, que ocupan páginas y páginas sin un solo punto, un recurso para hacer de la prosa un reflejo fiel de la mecánica interior de la memoria.

«Verano en Baden-Baden» no oculta el profundo sentimiento de admiración y cariño por la figura de Dostoievski. El escritor ruso es aquí Fedia, un hombre vulnerable y apasionado, neurótico y violentamente compasivo, que empeña el anillo de bodas de su esposa en la ruleta y luego se arrastra a pedirle perdón para volver a caer poco después, y en cada etapa actúa sin cálculo ni engaño, sino como una naturaleza excesiva también en su debilidad. Éstos son los mejores momentos del libro, cuando Tsypkin se mete en la mente de otro artista como sólo puede hacerlo un artista. Sin embargo, hay sombras en el libro: el autor se entrega por momentos a digresiones carentes de interés (se echa de menos una purga más selectiva en aras del sostenimiento de la tensión) y el fraseo vanguardista exige del lector un esfuerzo no correspondido en forma de belleza expresiva, aunque resulte un libro lleno de pasión y de meritorio experimentalismo técnico.

Jorge Bustos Táuler

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