El título muestra claramente el contenido: el autor escribe una supuesta conversación en El Escorial entre Velázquez y Rubens. Supuesta en el sentido de que pudo haber tenido lugar, pues Rubens viajó a España en 1628 y desde 1623 Velázquez fue pintor del rey Felipe IV y envió el dibujo de don Gaspar de Guzmán para que Rubens preparara su grabado. En su epílogo, Miralles explica brevemente su investigación sobre la cual imagina una jugosa conversación entre los dos pintores que, en su opinión, no pudieron dejar de tener en los siete meses en que pintaron en el mismo taller o talleres contiguos.
Imaginar no equivale a inventar, afirma Santiago Miralles. Todos los datos, sucesos, u opiniones que intercambian Velázquez y ...
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