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Ve y pon un centinela

AUTOR

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALGo Set a Watchman

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2015)

Nº PÁGINAS272 págs.

PRECIO PAPEL19,90 €

PRECIO DIGITAL9,99 €

GÉNERO


Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 63/15

Natural de Alabama, la escritora Nelle Harper Lee (1926) escribió a mediados de los cincuenta Ve y pon un centinela, su primera novela, en la que contaba el regreso al imaginario Maycomb de Jean Louise (Scout), la hija del abogado Atticus Finch. Cuando su editor la leyó, le aconsejó que reescribiese la novela y se centrara más en la infancia de Scout y en la relación de la niña con su padre. La autora le hizo caso y, aunque inspirada en la anterior, escribió una nueva obra, Matar a un ruiseñor, una de las grandes novelas norteamericanas del siglo XX, basada en algunos recuerdos biográficos. Se publicó en 1960, en 1961 consiguió el Premio Pulitzer y en 1962 fue llevada al cine por el director Robert Mulligan. La película consiguió varios Oscar, uno de ellos el de mejor actor, que fue para Gregory Peck.

El éxito de Matar un ruiseñor llevó al olvido la primera novela, que ahora se recupera en su versión original, sin retoques ni cambios, después de que Tonja Carter, la abogada y representante legal de la autora, encontrase el manuscrito.

Ve y pon un centinela, título tomado de un versículo del profeta Isaías (21, 6), está ambientada veinte años después de los sucesos que se cuentan en Matar a un ruiseñor, cuando Jean Louise regresa en tren a Maycomb desde Nueva York, donde vive y trabaja después de terminar sus estudios universitarios. Jean Louise vuelve todos los años para ver a su padre, todavía en activo como abogado a sus setenta y dos años, aunque está enfermo de artritis reumatoide. También necesita volver para reencontrarse con ella misma, con sus parientes, vecinos y con Henry Clinton, ayudante de su padre en el despacho y con quien se está planteando la posibilidad de contraer matrimonio.

La novela está ambientada a mediados de la década de los cincuenta. Sin embargo, los mismos problemas sociales que aparecían en Matar un ruiseñor siguen presentes en la vida de Maycomb, y eso que han transcurrido varias decenas de años y la Segunda Guerra Mundial.

Toda la primera parte de la novela describe, en tercera persona, la vida en Maycomb. Cada vez que regresa, Jean Louise se siente inundada de recuerdos, algunos de episodios descritos más extensamente en Matar un ruiseñor, como la amistad de los dos hijos de Atticus, Scout y Jem, con Dill (personaje tras el que se esconde Truman Capote, amigo de la infancia de la autora). También aparecen recuerdos familiares y escolares, el traumático paso de la infancia a la adolescencia y la intensa relación de Scout con su padre, el tema central de la novela. A la vez, Jean Louise vuelve a encontrarse con su tía Alexandra y con Calpurnia, la que fuera cocinera de su padre, ya anciana, y con otros personajes y escenarios que la joven lleva grabados a fuego en su alma. Además, se siente satisfecha al comprobar que las cosas y las costumbres siguen en su sitio.

Sin embargo, todo cambia el día que Scout ve a su padre y a su novio Henry asistir a una reunión del Consejo Ciudadano de Maycomb, organismo creado por los blancos que se oponen a la creciente equiparación de derechos de los negros que promueve la NAACP (Asociación para el Avance de las Personas de Color). A partir de ese momento, la novela abandona el tono nostálgico y evocador de la vida en Maycomb y se convierte en un duro ajuste de cuentas de Jean Louise con ella misma, su padre, el pasado y el presente.

Si en Matar un ruiseñor se ofrece un canto a la integridad y la honestidad y a la defensa de los derechos de todos los hombres, en Ve y pon un centinela se muestran las grietas y miserias de una sociedad rural que no olvida su pasado y que sigue justificando su racismo contra los negros, a quienes no consideran todavía capacitados para ejercer los mismos derechos que los blancos.

La novela es sencilla en su planteamiento y en su estilo, un tanto esquemático y elemental en algunas escenas y oscuro y alambicado en otras, sobre todo cuando Jean Louise busca una explicación a la actual actitud de Atticus. La autora consigue dar vida a los recuerdos de Scout y destaca la influencia de la infancia en la formación de su carácter y de sus sueños. Sin embargo, si uno tiene idealizado al personaje de Atticus en Matar un ruiseñor –un modelo de virtud y decencia–, el desarrollo del argumento puede provocar un profundo shock.

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