San Juan Pablo II dejó un valioso legado sobre el sentido del trabajo, incidiendo en los aspectos antropológicos, éticos y espirituales. Domènec Melé, profesor del IESE, presenta de modo sistemático sus enseñanzas, tras realizar una exhaustiva investigación por los numerosos textos en los que el pontífice abordó la cuestión, especialmente la encíclica Laborem exercens (1981).
Karol Wojtyla, al tiempo que aceptaba el magisterio precedente, realizó importantes desarrollos, teniendo presente el momento histórico en el que desempeñó su ministerio. Así, sus enseñanzas armonizan el rigor conceptual con detalles muy prácticos que redescubren el significado humano y cristiano del trabajo, mucho más relevante que su valor económico o su relevancia social. Aspectos nucleares del mensaje cristiano, como el que pone el acento en la persona, quien se realiza a sí misma y se dona a los demás en el ejercicio profesional, quedan explícitos en las obras del pontífice polaco. Como él mismo explicó, mediante la gracia, el trabajo se convierte en un medio para relacionarse con Dios y para crecer en santidad. Son afirmaciones que recuerdan a las de san Josemaría Escrivá, a quien Juan Pablo II elevó a los altares.
El ensayo también muestra el contraste entre el enfoque del Papa y las ideologías que triunfaron en el siglo XX, que reducían el trabajo a un fenómeno productivo y lo interpretaban en el contexto de la lucha de clases. La rica experiencia vital de Wojtyła, que trabajó mucho durante toda su vida y sufrió en sus carnes tanto el comunismo como las consecuencias sociales del capitalismo consumista, se revelaron providenciales y especialmente iluminadoras para el mundo. No deja de ser significativo el papel que jugó en el descubrimiento de su vocación sacerdotal el sastre Jan Tyranowski, un hombre sencillo, trabajador manual de profunda vida interior.
Por último, se ofrece un interesante epílogo en el que se pondera la concepción del trabajo de san Juan Pablo II en el contexto de la cuarta revolución industrial y se tienen en cuenta las consecuencias laborales de las nuevas tecnologías. Melé advierte de los riesgos de afrontar los problemas contemporáneos con un paradigma tecnoeconómico. Para evitarlo, complementa lo explicado por Juan Pablo II con el contenido de la encíclica de Francisco Laudato si’, enriqueciendo las reflexiones con consideraciones sobre el cuidado de la creación y la necesidad de desarrollar una “espiritualidad ecológica”.