Evelyn Waugh (1906-1966) siempre ha sido bien editado en España, y ahora Impedimenta va a volver a publicar algunas de sus obras. Ha comenzado con Un puñado de polvo, muy valorada por la crítica.
La novela apareció en 1934. Por aquel entonces Waugh ya se había separado de su primera mujer, un matrimonio muy breve, y ese mismo año se convirtió al catolicismo, decisión que afectaría también a su literatura, como se vería más adelante con la publicación de Retorno a Brideshead (1945). En Un puñado de polvo se hace referencia a este fracaso matrimonial y también a su experiencia como corresponsal de prensa en Abisinia, el Congo belga y algunos países sudamericanos.
La novela se centra en el matrimonio de Brenda y Tony Last. Los dos viven en una mansión a las afueras de Londres. Llevan una vida cómoda, aparentemente feliz, con un hijo de ocho años y muchos criados. Aunque tienen dinero, la mayor parte se les va en el mantenimiento de la casa, que no se encuentra precisamente en las mejores condiciones. Mientras que Tony se dedica obsesivamente a repararla, Brenda se aburre en el campo y viaja frecuentemente a Londres. El aburrimiento también se ha introducido en la vida matrimonial y Brenda ha decidido coquetear con John Beaver, un insulso joven soltero que vive a expensas de una madre hiperactiva que se dedica a la decoración y las antigüedades.
El retrato que hace Waugh de estos personajes es divertido e inmisericorde. Estilísticamente, ha aprendido a no cargar mucho las tintas en las descripciones y, con una prosa aséptica, muestra las anodinas existencias tan reglamentadas de unos personajes esperpénticos por los que sentía una especial atracción. Con estas vidas, Waugh quiere novelar, sin ponerse trascendente, la crisis de una época y el vacío de valores de la modernidad.
La segunda parte de la novela toma una dirección inesperada, pues Tony, para poner tierra de por medio con su mujer, decide embarcarse en una expedición a la Amazonia con el disparatado doctor Messinger. Para esta segunda parte, Waugh recicló un relato que ya había publicado con anterioridad y que al parecer estaba basado en un episodio real inspirado en un personaje obsesionado con Dickens.
Más en la primera parte que la segunda, Waugh saca a relucir sus habilidades para la caricatura, aunque buena parte de las cosas que cuenta dan para una tragedia. La novela recurre a una prosa objetiva, con vivos y dinámicos diálogos que hacen que, por momentos, su desarrollo sea muy cinematográfico.