Tren nocturno

TÍTULO ORIGINALNight Train

GÉNERO

Anagrama. Barcelona (1998). 174 págs. 1.800 ptas. Traducción: Jesús Zulaika.

Jennifer Rockwell tiene todo: bondad, juventud, inteligencia, belleza, buena posición, un hombre bueno e inteligente que la quiere… Pero Jennifer se suicida. Mike Hoolihan, la detective con nombre de varón encargada del caso, es exactamente lo contrario: cuarentona, gruesa, de infancia trágica, ex alcohólica, con varias relaciones poco satisfactorias, entre las que se incluye el anodino trabajador con el que vive.

Los capítulos de la investigación se desarrollan como se mira un cuadro. Mike primero se fija en lo más llamativo; después, en los detalles. Entonces descubre las dudas, las pequeñas traiciones y los fracasos de Jennifer: un absurdo flirteo, un fracaso profesional o un roce con la depresión. Por último, intenta explicarse el porqué del suicidio. Todas sus pesquisas y reflexiones conducen a lo mismo: caso cerrado, no hay móvil, no hay motivo.

Casi sin darse cuenta, la protagonista y el lector han sido despojados de todas las certezas, de todas las explicaciones racionales. En el camino se desvanecen también los escasos personajes secundarios; sin apoyos, sin esperanza, volvemos a lo mismo: caso cerrado.

Llegados aquí no queda más que la vida, la incomprensible existencia, los engaños que para algunos la hacen soportable. Queda, sobre todo, preguntarse qué importancia tiene nuestra vida, qué diferencia hay entre una vida u otra, qué más da lo que suceda, quién puede comparar su pequeñez con los astros. No extraña, por eso, que alguien coja uno de esos trenes nocturnos que, en el caso de la detective, como una melodía, pasan constantemente a nuestro lado. «El suicidio es un tren nocturno, un tren que te lleva velozmente a la oscuridad. No podrás llegar tan rápido de otra forma o por medios naturales».

Martin Amis (1949), uno de los autores ingleses más prestigiosos, logra una novela espléndida e inquietante. Espléndida en su desarrollo, un muestrario de las más diversas técnicas narrativas: diario, informe, diálogo teatral, etc. Todo ello enfocado con un afinadísimo estilo coloquial. Inquietante porque un simple caso policiaco lleva directo al sentido último de la existencia y de la muerte: sin saber por qué la gente no soporta la realidad y se mata. ¿Hay gente capaz de explicarlo? Amis, no, por el profundo pesimismo con el que aborda la realidad humana. Sólo ve -sólo quiere ver- el lado más negro del mundo. Tal vez porque la violación y el asesinato de su prima y compañera de infancia le han hecho palpar el mal. Aun así, Tren nocturno no es un desahogo sentimental, sino una meticulosa y calculada disección con un único proyecto: la desesperanza. El mismo Martin Amis afirma: «No soporto las novelas que exageran lo limpio del mundo».

Pedro L. López Algora

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