Tomás Moro, un hombre para todas las horas

Marcial Pons. Madrid (2007). 264 págs. 22 €.

Tomás Moro (1478-1535) fue uno de los grandes humanistas del Renacimiento, erudito, escritor, polemista, abogado, juez, político, diplomático, y finalmente Lord Canciller de Inglaterra (el primer Lord Canciller laico en varios siglos). También fue un hombre hogareño, modelo de esposo y de padre, y amigo de sus amigos; entre éstos se encuentran los más destacados humanistas de su tiempo, como Erasmo de Rotterdam y Luis Vives.

Su trágica muerte -condenado a la pena capital por negarse a reconocer a Enrique VIII como cabeza de la Iglesia de Inglaterra- es un modelo de fidelidad a la Iglesia y a la propia conciencia, y representa la lucha de la libertad individual frente al poder organizado.

En 1557 su yerno, William Roper, escribió su primera biografía. Desde su canonización, en 1935, se han publicado muchas otras de diferente valor. El libro de Álvaro Silva, que también tradujo y editó obras de Moro y la correspondencia del humanista, no es una biografía, aunque recorra buena parte de su vida, sino un viaje a la cabeza y al corazón de Moro, a través de sus escritos.

Reconoce Silva que el género biográfico es siempre contemporáneo, pues hay demasiados elementos de esa época que nunca llegaremos a interpretar correctamente; pero admite que ésa no es una razón para dejar de intentar acercarse al personaje y hacerlo lo mejor posible.

Silva aborda el tema en cinco capítulos originales y de extraordinario valor por su seriedad y penetrante análisis. El primero y principal trata de Utopía: no sólo del contenido del libro más famoso de Moro, sino de lo que es en sí y lo que supuso para Moro. Explica Silva que Utopía es un “modelo” de reforma, un ejercicio mental realizado por un gran humanista, que enseña a pensar y da las claves de la mente del humanista (y hace soñar lo que podría haber sido una reforma de la Iglesia desde dentro, sin Lutero). Este capítulo da una pauta que seguirá Silva a lo largo del libro; los puntos concretos que estudia y muestra los relacionará con la vida posterior de Moro.

Los otros capítulos, menos densos, pero no menos enjundiosos, comienzan por “Moro lector”, que explora sus hábitos de lectura: tanto los textos que escogía como su manera de tratarlos y valorarlos. “Las mujeres de Moro” habla no sólo de sus mujeres e hijas, sino de toda su forma de tratar a “la otra mitad del mundo” en una época completamente machista. “Moro y los herejes” recuerda muy particularmente la ruptura de la cristiandad, sus desvelos por salvaguardar la integridad de la fe desde la política, su labor como polemista -lo peor de su obra escrita- y su evolución hacia posturas más tolerantes. “El martirio y el arte de vivir” y “¿La conciencia de Moro o el cabezota de Moro?” coronan una vida plena, cuya características principales -sus peores enemigos lo reconocen- es la sinceridad y la coherencia.

El libro de Silva es una delicia que invita a leer las obras de Moro y a conocer más una época apasionante; también exige un cierto conocimiento previo de la vida del Canciller, como el que pueden proporcionar las biografías escritas por Andrés Vázquez de Prada o Peter Berglar.

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