La tiranía de la penitencia

La tiranía de la penitencia. Ensayo sobre el masoquismo occidental

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALLa tyrannie de la penitence

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2008)

Nº PÁGINAS213 págs.

PRECIO PAPEL17,90 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

El ensayista francés Pascal Bruckner retoma en este libro uno de los temas que desarrollara un cuarto de siglo atrás con El lamento del hombre blanco: el enfermizo auge de la mala conciencia en Occidente, sobre todo en Europa, acerca de su pasado, especialmente el colonial. De este modo Europa se flagela echándose voluntariamente la culpa de todas las atrocidades cometidas con los pueblos no europeos, y en esta autocrítica masoquista y paralizadora de energías vitales es frecuente el recurso a las comparaciones forzadas con el Holocausto.

En consecuencia, del pasado europeo se retiene lo más negro elevado a la categoría de crimen contra la humanidad, que nunca prescribe y esto permite pronosticar al autor que el siglo XXI desbordará en pleitos e indemnizaciones. Europa lleva camino de quedarse cautiva de las páginas más negras de su historia. Sus valores le permitirían superarlas, tal y como demostraron los líderes de la integración europea en la posguerra. Pero su sentimiento de culpa, paralelo al desprecio por sus auténticas raíces, la lleva por las arenas movedizas del relativismo, multiculturalismo, y en definitivo, de ese “buenismo” posmoderno que caracteriza a algunos gobiernos y sociedades europeas.

Bruckner es uno de esos hombres de izquierda, que ve que los suyos se han ido alejando de los ideales del racionalismo ilustrado para llegar a posiciones irracionalistas y emotivistas. Esto es compatible con un individualismo de ansias satisfechas, lo que inevitablemente lleva a un conformismo que nunca se hubiera atribuido a la izquierda.

Bruckner incide también en uno de los rasgos de la actual sociedad europea, desarrollado en ensayos anteriores como La euforia perpetua. Se trata del infantilismo, plasmado en la expresión “sociedad-cuna”, en la que todos quieren sentirse mecidos, y que se caracteriza por que el individuo cree que la sociedad, representada por el omnipresente Estado providencia, le debe todo. El autor reconoce la dificultad de luchar contra la idea de la vida como una fiesta permanente, en la que hay infinidad de derechos y escasas responsabilidades.

Al igual que otros intelectuales franceses –Lipovetsky, Finkielkraut, Glucksmann–, Bruckner presume de ser políticamente incorrecto, y también lo es en los temas de política exterior. Entre otras cosas, se atreve a señalar que la principal diferencia entre Europa y Estados Unidos es que este último país siempre es capaz de reinventarse a sí mismo para salir de sus crisis, se llamen Vietnam o Irak. En cambio, la Europa masoquista y acomplejada es incapaz de hacerlo, por mucho que presuma de que sus reacciones son más maduras.

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