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Stoner

Baile del Sol
Tenerife (2011)
246 págs. 15 €
Traducción: Antonio Díez Fernández.

GÉNERO

John Williams (1922-1994) llegó a recibir el National Book Award en 1973, pero hasta la reciente publicación de Stoner por Ediciones Baile del Sol, su obra había pasado desapercibida para los lectores españoles. Un descuido imperdonable, porque Stoner nos revela a un autor de aires clásicos, ajeno a modas pasajeras, que concilia fondo y forma con extraordinaria sabiduría.

William Stoner, hijo de padres campesinos, ingresa en la Universidad de Missouri para estudiar agricultura; pero no tarda en descubrir que su verdadera vocación son las letras. Tras doctorarse en Artes, le ofrecen una plaza de profesor a tiempo completo en la universidad, y queda ligado para siempre a la vida en el campus.

Con una linealidad casi cronológica, el libro reconstruye los principales hitos de su biografía, que se extiende desde 1891, cuando nace, hasta mediados de los años cincuenta. Ese marco permite a Williams tantear el contexto histórico y social de los Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX, con las dos guerras mundiales y el crac del 29 como principales muescas, que influirán, sin duda, en la evolución del protagonista pero sin llegar a traspasar la burbuja en que se ha instalado.

Sus experiencias, como las de cualquier persona, se sintetizan en una serie de elecciones –de “síes” y de “noes”–, a través de las cuales Stoner se descubre como un hombre íntegro, retraído, más estoico (o indiferente) que insensible y, por encima de todo, un apasionado de la literatura y de su vocación profesoral. La llamada de la enseñanza será la que lo salve de los sinsabores de un matrimonio infeliz.

Tal como le advierte un amigo en su juventud, “siempre esperaste que el mundo fuera algo que no es”; y, en el curso del tiempo, Stoner, el hombre manso y corriente, tendrá ocasión de quitar la máscara a ese mundo, hasta aceptar las lecciones del desengaño y asumir su fracaso: “Se le había concedido la sabiduría y al cabo de largos años había encontrado ignorancia”.

Con un estilo nítido y depurado, sobrio, sin retórica, Williams, que también ejerció como profesor en la Universidad de Missouri, hace querer a este personaje. Comprendemos sus debilidades y renuncias porque son reales. Lo acompañamos en el ensimismamiento de la juventud y en las convicciones de la madurez, y aprendemos, con él, que “la guerra es una condena sin sentido” o que “el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra”.

La publicación de Stoner, que vio la luz por vez primera en 1970, nos descubre, cuatro décadas después, una voz secreta y turbadora, a veces demasiado taciturna, pero siempre lúcida y perspicaz.

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