Sobre ética y economía

TÍTULO ORIGINALOn Ethics and Economics

GÉNERO,

Alianza. Madrid (1999). 152 págs. 2.450 ptas. Traducción: Ángeles Conde.

En este libro se recogen tres conferencias que el Premio Nobel de Economía Amartya Sen pronunció en la Universidad de California, Berkeley, en 1986. El estudio adopta la perspectiva de la ética para denunciar algunas de las carencias de la teoría económica contemporánea. Según el profesor Sen, el abismo que se ha ido abriendo progresivamente entre economía y ética en nuestro siglo ha hecho que la economía del bienestar, y también las economías descriptiva y predictiva, hayan errado con frecuencia.

El supuesto básico de la economía contemporánea dice que, por muchas proclamas de altruismo que haga un hombre, a la hora de elegir entre distintas alternativas, su comportamiento económico se ajustará siempre a la hipótesis de la maximización del propio interés. Por supuesto, hay individuos motivados por ideales religiosos que no se comportan según esta hipótesis; pero en un mercado de 6.000 millones de seres humanos podemos considerarlos una anomalía estadísticamente irrelevante.

Amartya Sen dedica el primer capítulo a discutir este doble supuesto de la actual economía del bienestar: que la eficiencia es el único criterio de la elección económica, y que no influyen factores externos al mercado (religiosos, tradicionales, altruistas, etc.).

En el segundo capítulo, Sen repasa los principales intentos realizados para sacar a la economía del bienestar del estrecho límite al que lo confina la hipótesis de la elección egoísta. En primer término está la propuesta del economista utilitarista irlandés Francis Edgeworth (1845-1926), quien consideraba la «utilidad» de una decisión con referencia al «todo». Esta idea del «todo» le llevaba a pensar que, en muchas ocasiones, el agente económico se mueve por motivos espirituales al margen de la optimización del propio interés. A pesar de propugnar una moral puramente utilitarista, la visión de Edgeworth fue rechazada por excesivamente subjetiva, y por lo tanto, no apta para formular hipótesis científicas. Los economistas redujeron la amplia idea de la «utilidad» propuesta por Edgeworth a la de «bienestar», mucho más manejable en términos de economía empírica.

El Premio Nobel piensa que sería un avance considerable sobre la situación actual volver al generoso utilitarismo de Edgeworth: reconocer que la persona puede optar por promover económicamente ciertas causas sin que esto redunde en un incremento de su bienestar.

En el tercer capítulo, Amartya Sen asegura que, según ha demostrado la «teoría de juegos», las elecciones reales de las personas no se pueden explicar con los supuestos simplistas que sustentan la teoría de la maximización de la función de utilidad. Para apoyar esta afirmación se remite a trabajos anteriores. Su conclusión es que una forma de ayudar a la economía predictiva a afinar en sus valoraciones sería comenzar a suponer que los fines del hombre son más bien complejos, y en cualquier caso, están relacionados con ideas tan poco matemáticas y tan antieconómicas como las de «bondad» y «generosidad».

Por su tecnicismo y densidad, este ensayo exige estar familiarizado con conceptos propios de la economía de bienestar. Pero la noticia de un Premio Nobel de Economía dedicado a promocionar una antropología de más altos vuelos entre sus colegas es un dato que todo observador atento sabrá valorar.

Gabriel Vilallonga

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