Sugerencias de literatura infantil y juvenil (Navidad 2003)

Esta relación continúa la selección preparada el año pasado por estas mismas fechas y contiene libros editados en los años 2002 y 2003. Como en aquella ocasión, han sido escogidos después de leer prácticamente todos los calificados como mejores por varias revistas especializadas. Se agrupan por géneros y, dentro de la narrativa, en dos bloques de edades. Una información más amplia de casi todos ellos está en Donde nacen los sueños, segundo anexo a Bienvenidos a la Fiesta que aparecerá próximamente.

Poesía para niños

Amar y otros verbos (Amar e outros verbos). Ana María FernándezLeón. (Everest, 2002; 59 págs. Col. «Punto de encuentro»; ilust. de Xosé Cobas).

Veinticinco poemas breves, ordenados alfabéticamente: amar, andar, bailar, cantar, comer, crecer…, soñar, viajar, vivir. Por ellos desfilan emociones y sentimientos de un modo que conjuga claridad y sencillez con sensibilidad y hondura, sin que falte tampoco el buen humor. Sus destinatarios son chicos ya lectores.

Poemas para las horas y los minutos (Egun osorako poemak eta beste). Juan Cruz Iguerabide. (Zaragoza: Edelvives, 2003; 85 págs. Col. «Aladelta»; ilust. de Elena Odriozola).

Pequeños poemas, aparentemente sencillos, todos construidos con habilidad e inteligencia. Unos juegan con los sonidos al modo de las rimas infantiles, otros tienen un golpe final humorístico, otros transmiten alguna observación. «Parte el tren silbando / Fiu, fiu, fiu», empieza Ecos. Los últimos versos de En la cama con los pies fríos dicen así: «Tengo los pies fríos; / me encojo: / mañana me levantaré más pequeño». Nieve comienza: «Nieva, nieva, nieva / los tejados puntiagudos se redondean».

 

Álbumes ilustrados

¡Qué lata de rata! (That Pesky Rat). Lauren Child. (Barcelona: Serres, 2002; 32 págs. Formato grande; adaptación de Miguel Ángel Mendo).

Una rata callejera sueña con llegar a ser una mascota querida por alguien. Acaba poniendo un anuncio en una tienda que vende mascotas y consigue ser mascota de un tipo que resulta ser tan buena persona como cegato.

Ilustraciones a doble página en colages, con figuras contorneadas con trazos gruesos, una tipografía que cambia de aspecto y tamaño según convenga… Pero todo funciona correctamente. La historia está contada con talento y de modo divertido, el personaje se hace simpático y, en algunos momentos, incluso conmovedor (hasta el punto de que algún lector o lectora muy sentimental puede sentirse animado a buscar como mascota una rata igual de apestosa…).

Las clases de tuba (Tuba Lessons). Monique Felix. (Texto de T. C. Bartlett. Pontevedra: Kalandraka, 2003; 32 págs. Formato mediano; col. «Libros para soñar»; trad. de Eva Mejuto).

Un chico es enviado a clase de tuba con la indicación de que no se detenga en el bosque. Pero en su recorrido toca la tuba y comienzan a seguirle varios animales. Se descontrola cuando irrumpe un oso, pero se recupera cuando también se une al desfile.

Un publicista norteamericano compuso este álbum a partir de un recuerdo de infancia. Al cabo del tiempo, una editorial aceptó publicarlo pero encargando las imágenes a la ilustradora suiza. Historia bien planificada, graciosa y sugerente para chicos y para mayores, con texto sólo en la primera y última página y un ritmo «in «crescendo» hasta que un golpe final humorístico.

Cierra los ojos (Close Your Eyes). Georg Hallensleben. (Texto de Kate Banks. Barcelona: Juventud, 2002. 36 págs. Formato grande; trad. de Elodie Bourgeois).

Para convencer a su pequeño tigre de que cierre los ojos y por fin se duerma, la madre le va quitando todas sus preocupaciones…, asegurándole que, al despertar, ella estará siempre allí.

Ilustraciones pictóricas a doble página, que van alternando realidad e imaginación o sueño, enmarcadas las primeras y sangradas las segundas. El autor, deudor de los fauves y de los expresionistas, usa colores vivos y compone con gruesos brochazos al óleo unas escenas evocadoras que quieren romper las fronteras con la realidad. Álbum como una canción de cuna para los más pequeños, con acentos poético-sugerentes en el texto.

Matías dibuja el sol. Matías y el color del cielo. Matías, pintor famoso. Rocío Martínez. (Caracas: Ekaré, 2002; 22 págs. Col. «El jardín de los niños»).

Tres álbumes sobre Matías, un topo pintor. Cuando dibuja el sol ve con sorpresa que sus amigos valoran más sus bocetos previos: aprende así que cada uno ve cosas distintas en sus pinturas. Cuando se plantea reproducir los colores del cielo ve cómo cada uno se corresponde con el color de alguno de sus amigos. Cuando pinta un cuadro acaba reconociendo que la casa de un amigo es mejor que mil museos.

Ilustraciones compuestas con sentido teatral. Los personajes caen bien pues son simpáticos y porque, dentro de las posibilidades de un álbum tan pequeño, tienen una personalidad definida, en especial el dubitativo Matías y su animante amiga, la liebre Penélope. Se subrayan de modo inteligente aspectos relativos a la creación artística, en especial cómo el arte depende de la mirada.

En busca del beso (The Kiss That Missed). David Melling. (Barcelona: Beascoa, 2002. 32 págs. Formato grande; adaptación de Estrella Borrego).

Cuando el rey envía un beso a su hijo, el beso se sale por la ventana y se pierde. Entonces el rey manda en su busca a un caballero que no parece muy hábil. Al entrar en el bosque se ve amenazado por distintas fieras, primero, y por un espantoso dragón después.

Ilustraciones basadas en unos dibujos humorísticos al modo de película de dibujos de Disney, y confeccionados con secuencias gráficas típicas de cómic. Está lograda la complementariedad de imágenes y texto. La historia es simpática, adecuada para contar en alto y compartir con los más pequeños.

El cuarto Rey Mago (The Greatest Gift). Jackie Morris. (Adaptación de Susan Summers del relato de Henry Van Dyke titulado The Other Wise Man, 1896. Barcelona: Omega, 2002. 32 págs. Formato grande; col. «Omega infantil»; trad. de Rosa Pérez).

Artabán, un cuarto mago, se retrasa para partir en busca del Rey de los judíos junto con los otros tres, debido a que se para en el camino para cuidar a un moribundo. Viaja entonces solo pero, una y otra vez, llega tarde a todos los sitios, debido siempre a que siente que debe detenerse para ayudar a alguien.

Alegres y ricas acuarelas, bien compuestas, que atrapan el sabor oriental de los escenarios y que transmiten las emociones o el movimiento de los personajes según lo requiera la escena. El relato refleja bien el sentido de la Navidad y algunas actitudes básicas de los seguidores de Jesucristo, por lo que posee todas las condiciones para conmover al lector.

El monstruo peludo. Pef. (Texto de Henriette Bichonnier. Zaragoza: Edelvives, 2002. 38 págs. Formato pequeño; col. «Aladelta», serie roja; trad. de Juan Ramón Azaola).

Cuando un rey pasa junto a un monstruo feísimo es capturado. El rey se intenta evadir diciéndole que los niños son más sabrosos y prometiéndole uno… El monstruo acepta y lo manda de regreso pero, cuando al rey le sale al encuentro su propia hija Lucila, se la tiene que llevar al monstruo. A la niña no le importa, pues es tan redicha y descarada que logra ponerlo frenético.

Texto y dibujos graciosos. Tienen chispa las insolentes réplicas de Lucila. También las ilustraciones humorísticas que las acompañan transmiten su talante incombustible y respondón. Mucho más floja resulta la continuación, recientemente publicada.

Pato va en bici (Duck on a Bike). David Shannon. (Barcelona: Juventud, 2002. 32 págs. Formato grande; no indica traductor).

Pato monta en bici. Sus amigos concuerdan con él en que se trata de una gran idea pero piensan otra cosa: la vaca, que es estúpido; la oveja, que se hará daño; el gato, que vaya manera de perder el tiempo; el caballo, que aún así no es más rápido que él; los cerdos, que el pato es un presumido; el ratón, que también le gustaría ir en bici… Al final, cuando unos niños dejan sus bicis, todos los animales de la granja montan en bici a la vez.

Ilustraciones coloristas con perspectivas muy cinematográficas, personajes simpáticos, sucesos repetitivos que facilitan las cosas al lector pequeño, escena final apoteósica, y un último guiño cuando en la última página dejamos al pato mirando con atención un tractor. Historia que puede ser contada en alto, incluyendo la dramatización de los distintos acentos y sonidos de los animales.

¡Qué más quisieras! (Non mais ça va pas?). Grégoire Solotareff. (Madrid: Corimbo, 2003. 26 págs. Trad. de Paula Vicens).

Un cocodrilo que, «siempre que pasaba algún animal» cerca de su charca, le decía: «¡Eh, tú! Ven a jugar conmigo!». Algunos picaban, otros no, que le decían: ¡qué más quisieras! Y un día llega un elefantito muy contento…

Historia mínima sobre una posibilidad más acerca de una relación entre dos amigos, como lo eran Edu y el lobo o Tú grande y yo pequeño. El gran ilustrador francés busca y consigue una mayor simplificación gráfica respecto a sus anteriores álbumes: sobre colores amarillos y naranja para el fondo, figuran en rosa el cocodrilo y en rojo el elefantito, contorneados con líneas gruesas. Una infrecuente combinación de maestría y sencillez.

La selva de Sara. Emilio Urberuaga. (Zaragoza: Edelvives, 2002. 31 págs. Formato pequeño; col. «Ala delta», serie roja).

Sara es una especie de Tarzán pacificador que sabe calmar las inquietudes de los animales: la jirafa añora un cuello corto como las cebras, el hipopótamo querría tener un pico para no tener dolor de muelas, al cocodrilo le gustaría volar, el elefante desearía vivir de noche como los búhos, los avestruces preferirían un pico más largo…

Nueva edición de un álbum que llevaba un tiempo descatalogado. Con ilustraciones cuadradas y textos al pie, es un buen ejemplo de cómo lo más decisivo es siempre una idea bien pensada y ejecutada. Las luminosas ilustraciones de paisajes variados, con la calidad y la eficacia expresiva propias del autor en el dibujo de los animales, acompañan un texto divertido y positivo, que conduce suavemente a una cordial aceptación de las condiciones personales y a un aprecio bienhumorado del lado bueno de las cosas.

Mi laberinto. Emilio Urberuaga. (Texto de una canción de Pablo Guerrero, adaptado por Miguel Ángel Mendo. Madrid: Kókinos, 2003; 24 págs.).

Con cada frase de una canción va una ilustración a doble página: Cuando soy taxista te llevo en mi taxi al mar / Cuando soy pianista canto al ritmo de tu corazón / (…) Y como sólo soy un niño te regalo la llave de mi laberinto.

Perfecto ejemplo de álbum propicio para que un ilustrador tenga terreno libre y demuestre su categoría. Colocando en cada imagen a un niño con una especie de cochecito y a un gato negro, Urberuaga da nuevas dimensiones al texto cuando lo aplica con ternura y humor al mundo interior de pensamientos, imaginaciones y afectos del niño y presenta una galería de imágenes coloristas y poéticas.

Siete ratones ciegos (Seven Blind Mice). Ed Young. (Caracas: Ekaré, 2001. 40 págs. Formato grande; trad. por Verónica Uribe).

«Un día, siete ratones ciegos encontraron Algo Muy Raro al lado de su laguna». Cada ratón que se acerca y toca una parte de Algo Muy Raro declara lo que ha descubierto: un pilar, una serpiente, un acantilado, una lanza, un abanico, una cuerda… Sólo un séptimo ratón investiga el conjunto y es capaz de reconocer lo que tienen delante: un elefante.

Historia narrada mediante colages montados sobre fondo negro. Lo que cada ratón imagina, sin embargo, va en su mismo color: Ratón Rojo habla de una columna roja, Ratón Verde dice que la trompa es una serpiente verde… Sólo Ratón Blanco lo ve tal como es. El texto es complementario de las imágenes y recuerda los días de la semana, los números, los colores… Su mensaje sobre la necesidad de conocer los distintos puntos de vista y no conformarse con una visión parcial de las cosas, viene también sugerido por las ilustraciones, que van mostrando aspectos del elefante o sólo las colas de los ratones.

 

Narrativa para niños

El jinete del dragón (Drachenreiter). Cornelia Funke. (Madrid: Siruela, 2002. 417 págs. Col. Las Tres Edades; ilust. de la autora; trad. de Rosa Pilar Blanco).

Lung, un joven dragón, abandona Escocia cuando su valle se ve amenazado. Acompañado por una duende gruñona llamada Piel de Azufre, y por un chico bondadoso de nombre Ben, emprende un largo viaje hacia La orilla del cielo, un lugar seguro situado en el Himalaya. En el camino entrará en contacto con toda clase de seres.

Larga narración en la que todo sucede con orden y donde los episodios van bien entrelazados. Los personajes tienen personalidades bien perfiladas en sus modos de ser y en sus conflictos interiores, que se reflejan mediante diálogos chispeantes en los que abundan los juegos de palabras y las exclamaciones retóricas, algunas realmente afortunadas. Todo el relato tiene iguales características a las de tantas películas Disney de dibujos animados, que cargan el peso de los comentarios y las situaciones graciosas en los secundarios: la cascarrabias Piel de Azufre, el homúnculo Pata de Mosca, el avaricioso enano Barba de Guijo, la ratona Lola Rabogrís…

El dragón perezoso (The Reluctant Dragon). Kenneth Grahame. (Barcelona: Diagonal Junior, 2003. 73 págs. Ilustraciones de E. H. Shepard; trad. de Victoria Alonso).

Cuando un dragón se instala en una cueva de las colinas y el pastor que lo descubre no sabe qué hacer, su hijo se ocupa de charlar con él y ver qué planes tiene. Descubre pronto que no tiene malas intenciones pero cuando el pueblo se pone nervioso y piensa que deben acabar con el dragón, acaba llegando San Jorge para combatir con él. Entonces el chico apaña un combate que deja satisfechos a todos.

Clásico relato del mismo autor de El viento en los sauces. La naturalidad con la que se narra todo está potenciada por las ilustraciones que acompañan esta edición, las que le puso E. H. Shepard en 1928, después de haber ilustrado Winnie the Pooh dos años antes. El relato no se cuenta con el punto de vista de un chico sino con el de un adulto, que sugiere que la lectura hace a los jóvenes más capaces que a los adultos de buscar soluciones nuevas frente a lo inesperado. Y que también ironiza sobre la pasión por las peleas: el dragón dice a San Jorge cómo, en su opinión, no hay motivo alguno por el que deban pelear, que todo el lío montado le parece absurdo, «fruto de los convencionalismos y el empecinamiento popular».

Una cuestión de tiempo (Time Stops for no Mouse). Michael Hoeye. (Barcelona: Montena-Mondadori, 2002. 301 págs. Col. Serie Infinita; trad. de Silvia Alemany).

Hermux Tantamoq, un ratón relojero, recibe un encargo urgente de Linka Perflinger, una dinámica ratona que, sorprendentemente, no vuelve a recoger el reloj reparado. Tiene que lidiar también con su vecina Tucka Merkslin, propietaria de un imperio de cosmética, y acaba en medio de una competición para conseguir una revolucionaria fórmula de la eterna juventud, asunto en el que también está la clave de la desaparición de Linka.

Libro con animales completamente humanizados como protagonistas, una estructura cómoda en capítulos cortos, descripciones de apetitosos donuts de distintas clases. Son un logro las personalidades del tranquilo y tímido Hermux y de la engreída y dominante Tucka, la elección de los sonoros nombres de los personajes, algunos toques descriptivos sarcásticos. Por otro lado, el argumento no es del todo consistente -hay escenas innecesarias aunque sean más o menos divertidas en sí mismas-, el buen paso narrativo del principio se vuelve más trabajoso según avanza la historia, en esta clase de tramas sobran los guiños humorísticos al lector adulto -como las ironías hacia el arte moderno con ocasión de la decoración que hace Tucka del vestíbulo de su casa-.

Siete noches con Paula. Juan Cruz Iguerabide y Patxi Zubizarreta. (Barcelona: Edebé, 2002. 126 págs. Col. Tucán, serie azul; ilust. de Elena Odriozola).

Paula tiene que pasar varias noches en un hospital. La primera, su madre la entretiene con un cuento. La segunda, después de un día de visitas, recibe un telegrama de su padre desde el barco donde trabaja y lee el primer capítulo de un libro que alguien dejó en su mesita. Tercer día: otro telegrama, segundo capítulo y un abuelo de una habitación cercana le cuenta una historia. Cuarto día: nuevo telegrama, nuevo capítulo, nuevo relato del abuelo y uno de la enfermera. El quinto día se suma una adivinanza de la doctora, el sexto una historia del cocinero, el séptimo se incorpora el mismo narrador al grupo y añade un relato más. Al final, todos se unen en el cumpleaños de Paula.

Es original el escenario y, dentro de la improbabilidad de que todo pueda ocurrir realmente así, está conseguida la verosimilitud del argumento-cañamazo. Los distintos relatos se presentan bien entrelazados, se narran con fluidez y son entretenidos. Además, el argumento se lanza continuamente hacia delante con los telegramas, con los sucesivos capítulos del libro que lee Paula, con las adivinanzas que se proponen, con las incógnitas que se plantean y que se van despejando poco a poco.

Búho en casa (Owl at Home). Arnold Lobel. (Caracas: Ekaré, 2002. 64 págs. Col. «Primeras lecturas»; formato mediano; trad. de Carmen Diana Dearden y Brenda Bellorín).

Cinco relatos cortos. El invitado es el invierno, al que Búho deja pasar y no se porta nada bien. Estando acostado Búho ve aparecer unos Bultos extraños al pie de la cama que le asustan y le llevan a dormir en el sillón. El Té de lágrimas se lo prepara Búho provocándose lloros al pensar en cosas tristes. Arriba y abajo trata de la dificultad que tiene para estar a la vez en los dos pisos de su casa. Búho y la Luna cuenta cómo Búho le dice a la Luna que no hace falta que le acompañe a casa, pero la Luna sin embargo lo hace…

Historias del mismo tenor que las de Sapo y Sepo. Como ellas, son graciosas, están bien contadas, y van acompañadas de ilustraciones eficaces que subrayan los sentimientos y la ingenua bondad del personaje. El lenguaje, con modismos venezolanos, puede sonar algo extraño a los oídos de un niño español.

El día en que cambié a mi padre por dos peces de colores (The Day I Swapped My Dad for Two Goldfish). Dave Mckean. (Texto de Neil Gaiman. Barcelona: Norma, 2002. 60 págs. Formato grande; trad. de Ernest Riera).

Álbum. El padre del protagonista y narrador no hace otra cosa que leer el periódico. Cuando su amigo Natan le trae dos peces de colores se los acaba cambiando por su padre. Cuando la madre llega y ve lo que han hecho sus hijos les dice que vayan y vuelvan a cambiar a su padre por los peces. Pero Natan lo había ya cambiado a otro amigo por una guitarra, y ese otro por una máscara de gorila, y el siguiente por un conejo…

Ilustraciones en las que los dibujos en primer plano son de línea y los fondos son colages que transmiten un aire nervioso. El texto, indudablemente irónico, tiene unos acentos extrañamente serenos que ayudan a pasar por encima del absurdo desencadenante del argumento. La historia termina de un modo positivo, con la declaración explícita de los chicos de que no tienen un mal padre…, aunque cuando las ilustraciones lo presentan ensimismado con su periódico cuando está volviendo a casa, el lector duda de que se haya enterado de algo. La relación de rivalidad y apoyo entre los hermanos está muy bien dibujada, los chicos usan el lenguaje directo y un tanto de argot que cabría esperar pero sin una sola zafiedad. Y aunque algunos adultos pueden sentirse incómodos por el argumento, cualquiera lo reconocerá como excelente para no pocos padres.

Memorias secretas de un librero. Ángel Pérez Martínez. (Madrid: Palabra, 2003. 124 págs. Col. «La mochila de Astor»; ilustr. de Carlos Velázquez).

Primer libro del autor, un licenciado en filosofía hispano peruano. Un librero octogenario llamado Felipe va recordando episodios de su vida o transmitiendo historias que conoce: una familia que se vuelve loca con los libros de caballerías; un niño asustadizo al que se le pasan sus miedos; otro chico que sufre un ILGLA, un Impacto de la Ley de Gravedad de Lectura Apasionada; la historia de un librero que no quería sólo ganar dinero; cómo se organizan unos campeonatos de lectura… Libro para quienes ya disfrutan con los libros, pero que puede atraer a quienes los ven más lejanos, pues tiene acertados golpes de humor e ingenio, y personajes simpáticos.

La Gallina de la Paz (A Galiña da Paz). Gloria Sánchez. (Barcelona: Edebé, 2002. 152 págs. Col. Tucán, serie azul; ilust. de Manuel Uhía).

Una gallina que desciende de Gallinasada, la gallina del milagro de Santo Domingo de la Calzada, se plantea llegar a volar como las palomas y convertirse, ¿por qué no?, en una gallina de la paz. Para eso decide hacer el camino de Santiago y pedirle al santo el milagro. Con reticencias, su amigo Lagarturo decide acompañarla.

Historia divertida cuyo humor se basa en el uso equivocado de algunas palabras y de frases que proceden de refranes y canciones, y en reacciones características de cautela o de sorna. Los personajes de Gallina y Lagarturo tienen personalidades bien definidas, las descripciones e intervenciones de otros personajes secundarios también son oportunas, son muchas las situaciones con gracia y el escenario interior de la catedral de Santiago es único.

 

Narrativa para jóvenes

Diario de Paula. José Ramón Ayllón. (Madrid: Bruño, 2003. 153 págs. Col. «Paralelo Cero»).

De regreso en su casa de Barcelona, en Navidad, Paula recuerda lo sucedido en el último trimestre que pasó en Vigo. En una especie de larga carta para Borja, el chico del que se ha enamorado, rememora cómo ha sucedido esto y algunas otras cosas de su pasado.

El autor vuelve a los mismos sucesos de su anterior novela, Vigo es Vivaldi, y los cuenta desde otra perspectiva con la intención de fabricar un relato complementario pero independiente. Sin embargo, su lectura debe ser posterior si se quieren captar mejor muchas anécdotas y, sobre todo, porque sólo así se verán las cosas a la luz que proporciona el final de la primera historia. Igual que allí, la prosa es excelente; los contenidos son inteligentes y están narrados de modo divertido, y por momentos brillante; el autor logra recoger bien el mundo interior de la protagonista y llegar al corazón de los lectores.

El complot de las flores. Andrea Ferrari. (Madrid: SM, 2003; 128 págs. Col. «El barco de vapor», serie roja).

Historia contada por dos narradoras. Una es Mara, una chica de catorce años: su padre, médico, se queda sin trabajo y debe aceptar un puesto por un año en el lejano pueblo de Las Flores, en la Patagonia, con gran desagrado de sus hijos, Mara y su hermano pequeño Leonardo. La otra es Ángeles, integrante del llamado Grupo de Rescate, unos vecinos que quieren salvar el pueblo de su desaparición. Aunque Mara no sabe nada, ellos piensan que parte de la solución es ennoviarla con Sebastián, nieto del rico del pueblo.

Relato ágil y bien armado. Los personajes y la trama generan simpatía y curiosidad. El lector conecta con la iniciativa de los vecinos que quieren salvar el pueblo, y con la incomodidad de la familia que debe trasladarse allí. Se siente interesado y divertido con el complot, en especial en las situaciones en que sabe por qué le ocurren a Mara las cosas que a ella le sorprenden, y también al ver a unos adultos llenos de buena voluntad pero enredados en unas operaciones un tanto chuscas.

Las andanzas de Kip Parvati. Miguel Larrea. (Barcelona: La Galera, 2002. 446 págs.).

Año 1919. En un pequeño país situado ante las aguas del océano Índico, está el pueblo de pescadores de Pararás. En él vive Kip Parvati con su madre y sus tres hermanos menores, Soros, Babar y Gano. Con catorce o quince años, y después de que su padre desapareciera tres años antes, Kip sostiene a su familia saliendo a la pesca del atún con su tío Rum. Sin embargo, su sueño es una gigantesca y mítica perla con la que podría sostener a su familia y al mismo tiempo estudiar para llegar a ser capitán de barco, pero inalcanzable debido a la cercanía de un gran tiburón. Entonces se le presenta también la oportunidad de embarcarse hacia la India y China en La Solitaria, cosa que hace a pesar de la desconfianza que le inspiran algunos tripulantes.

Sobresaliente primera novela del autor. Descripciones ricas pero sencillas, diálogos escuetos y precisos, capítulos cortos donde normalmente se presenta una única escena y que siguen una secuencia clara. Los defectos pesan poco frente a las cualidades: el relato engancha, se disfruta con las proezas y se sufre con las dificultades del espabilado Kip y de sus amigos. El autor busca y logra lo mismo que los grandes narradores: atraparnos con su aventura, transmitirnos su entusiasmo por el mar, crear un personaje joven inolvidable. No tanto como Jim Hawkins o Kim, pero sí como el atrevido pescador de perlas Ramón Salazar en La perla negra (O’Dell), o como el grumete John Spencer en El Sentinels (Carter)…

El síndrome de Mozart. Gonzalo Moure. (Madrid: SM, 2003. 206 págs. Col. «Gran angular»).

Irene, joven y sobresaliente violinista, pasa un mes en un pueblo asturiano y allí contacta con Tomi, un chico aparentemente retrasado del que se sospecha que puede tener el síndrome de Williams, el mismo de Mozart. En tramos narrativos alternos, unos contados en tercera persona y otros por la misma Irene, se despliega todo el entramado de relaciones que pesan en la historia. El autor perfila muy bien la personalidad de Irene y sus amigos, y transmite sus mismas dudas y tensión ante cuál será el desenlace. Historia original, contada con altura, que presenta personajes juveniles reales aunque con infrecuentes ambiciones intelectuales y artísticas.

Sunwing. Kenneth Oppel. (Madrid: Siruela, 2003. 321 págs. Col. «Las Tres Edades»; trad. de Alejandro Palomas).

Continuación de Silverwing. Buscando al padre del joven murciélago Shade, Cassiel, los murciélagos se introducen en un bosque artificial. Shade y su compañera Marina logran salir… pero dan con otro bosque parecido en el que sólo hay búhos, con otro donde vive Goth… Cuando llegan al pasillo donde trabajan los hombres, Shade es capturado y le ponen un disco en el abdomen y un transmisor detrás del oído. Luego es arrojado desde un avión y, al ver que los demás murciélagos se dirigen hacia determinados lugares y explotan, se arranca la placa. Entretanto, Marina y otros huyen y buscan a Shade.

Entretenidas novelas que pretenden dibujar comportamientos humanos observando una colonia de animales.

Confeccionadas con un dinamismo propio de «thriller», el autor sujeta su narración a las particularidades de los murciélagos: las distancias se miden en aleteos, en las descripciones no se mencionan nunca los colores, la orientación es mediante sonidos… Sunwing debe leerse después de Silverwing, pues aunque al comienzo del relato se aclaran bastantes cosas al lector nuevo, cuando la historia progresa se dan algunos datos por supuestos. Se ha de señalar también que Silverwing era mejor novela, pues en Sunwing los personajes son más como superhéroes o supermalvados de cómic.

Antes, cuando Venecia no existía. Victoria Pérez Escrivá. (Madrid: Anaya, 2002. 181 págs. Ilust. de la autora).

Setenta mini-historias originales, ingeniosas y bromistas, con un texto adicional que las apostilla o les añade algo. Están escritas con una simpatía que resulta contagiosa, y que también se desprende de las expresivas ilustraciones de trazos gruesos con las que arranca cada una y que algunas veces también las cierran.

Son relatos que podrían ser llamados de «nonsense» reflexivo: por sus puntos de partida -el niño al que sólo le crecían las piernas, un camello al que tiran en paracaídas, un hombre que mete una estrella en una caja…-, y por los comentarios que brotan al hilo de unos argumentos zigzagueantes como buscapiés. En su conjunto suscitan lo que podríamos llamar un pensamiento sonriente como, por ejemplo, cuando se nos indican que a nuestro alrededor hay un montón de gente que un día fue mágica pero hoy está desencantada, y «se la reconoce porque siempre está protestando».

Los tigres del mar y otros cuentos. Emilio Salgari. (Madrid: Páginas de espuma, 2002. 282 págs. Colección «Voces clásicas»; ilust. de Santiago Verdugo; edición de Eleonora Arrigoni y Luis Navarro; epílogo de C. Gallo y C. Lombardo; trad. de Eleonora Arrigoni).

Dieciocho relatos sobre náufragos, fareros heroicos, pescadores de perlas, corsarios románticos, cazadores de osos y de ballenas, traficantes esclavistas, unos piratas de tierra llamados naufragadores porque con luces engañosas atraen a los barcos hacia los escollos, un barco fantasma, un submarino que lucha con un pulpo gigante, una isla donde Francia tiene un conocido penal, una intrépida mujer capitana cuyo coraje impide que los hombres puedan consentirse a sí mismos quedarse atrás…

Si, con la mirada de hoy, juzgamos enseguida que a Salgari le sobran diálogos retóricos y descripciones enfáticas, y que sus argumentos son lineales y previsibles, cualquier lector desprejuiciado también debe reconocer que sus relatos tienen el alma y la intensidad que hoy echamos de menos en tantos textos mejor escritos, y que a Salgari le sobran ideas para componer episodios emocionantes. Por eso se le puede leer hoy con gusto y agradecerle los acentos entusiastas propios de tiempos más aventureros.

El poeta que huyó de Al-Ándalus. César Vidal. (Madrid: SM, 2002. 189 págs. Col. Gran Angular, Aventuras de Ayer).

Narración basada en sucesos de la vida de Shlomo Ibn Gabirol. Con dieciséis años Shlomo es un brillantísimo e impertinente poeta. Enviado a Granada junto con su esclavo cristiano Samuel, requiebra con sus poemas a una chica musulmana, aunque todos a su alrededor le dicen que su proceder es una locura: la chica está prometida a un jefe de la ciudad que, derrotado públicamente por Shlomo, decide acabar con su vida.

Novela que atrapa por la personalidad del protagonista y por la pintura de la época. Hay descripciones y comentarios en torno a costumbres y creencias, judías, cristianas y musulmanas; momento

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