“Nunca he aspirado a convencer a todo el mundo, sino a ser escuchado con respeto. También ahora”, escribe Andrés Trapiello en el prólogo de este libro en el que cuenta el peso que ha tenido la política española en su biografía y en sus escritos. Como en otros textos suyos, que transitan entre distintos géneros, el autor mezcla los retazos de memorias con, en este caso, las opiniones sobre la situación política española actual, especialmente a partir de la llegada al poder del PSOE de Pedro Sánchez. Pero no se trata sin más de un libro de denuncia, ni un ensayo político frío. El tono, totalmente literario, recuerda en muchos momentos al que emplea en sus conocidos diarios Salón de Pasos Perdidos, de los que ya lleva publicados veinticuatro volúmenes.
El autor sigue el relato cronológico de su vida para resaltar cómo, en sus diferentes etapas, ha vivido, o sufrido, la situación política del momento. Este es el hilo conductor, al que hay que sumar, pues también tiene su valor en estas memorias, el motivo concreto que Ymelda Navajo, la editora de La Esfera, le propuso para que escribiese este libro: “la hegemonía cultural de la izquierda” desde la Transición hasta el día de hoy.
De manera somera, pues ya ha escrito sobre muchos episodios de su vida en sus diarios y en otros libros, habla Trapiello de su infancia en el pueblo de Manzaneda del Torío, en León, donde su familia padeció la extorsión de los maquis. También rememora sus años en Palencia, sus estudios universitarios en Valladolid o los meses que pasó en Madrid a la sombra de su primer amor, antes de la expulsión de la casa familiar; luego, su iniciación en la política como militante de la Joven Guardia Roja (de la que fue expulsado acusado de “revisionista”). Y su traslado ya definitivo a Madrid para trabajar en una revista de arte y más tarde en TVE. Su novela El buque fantasma le dio popularidad y provocó no pocas polémicas con sus antiguos “compañeros de viaje”, que se sintieron ridiculizados por la visión histriónica con la que Trapiello presentaba la lucha antifranquista de izquierdas en Valladolid.
Por encargo de Rafael Borràs, en aquellos años responsable de la colección Espejo de España, de la editorial Planeta, en 1993 preparó el ensayo literario Las armas y las letras, sobre los escritores y la Guerra Civil, en el que cuestionó el relato “oficial” promovido por la izquierda cultural que aseguraba que la mayoría de los mejores escritores de esos años se exiliaron y pertenecían exclusivamente al bando republicano. Trapiello rescata y reivindica, además, a un grupo de escritores que no pertenecieron a ninguno de los dos bandos en disputa y que él engloba en una Tercera España que fue ahogada por las políticas violentas y sectarias de los otros dos grupos. Algunos de estos escritores son Chaves Nogales, Clara Campoamor, Elena Fortún, Carlos Morla y José Castillejo.

La publicación de este ensayo, y su creciente prestigio, provocó que algunos estudiosos e intelectuales de izquierda le criticaran por atreverse a cuestionar algunas ideas que ya estaban –decían ellos– socialmente aceptadas, como que la II República fue un momento político idílico y que las víctimas que hubo en la Guerra Civil cometidas por los republicanos fueron debidas a accidentales “elementos incontrolados”. Su activa participación en la Plataforma Libres e Iguales, en contra de las políticas del PSOE de los últimos años, ha sido el detonante de la retirada de sus colaboraciones en La Vanguardia y en El País, donde incluso le han castigado –como le ha reconocido el propio periódico– no publicando reseñas de sus últimos libros.
En Próspero viento Trapiello opina de la cultura que ha promovido la izquierda desde la llegada al poder en 1982 y que sigue siendo hegemónica en medios de comunicación, editoriales y actos culturales. Interesante resulta su interpretación del diario El País como árbitro y testigo de la Transición y hasta hoy día. También su lectura de la novela Soldados de Salamina, de Javier Cercas, en la que, con el trasfondo de la Guerra Civil, se mezclan hechos reales con novelescos. Destaca Trapiello los valores personales que le ha transmitido el pintor Ramón Gaya, con el que tuvo una relación de amistad, lo mismo que con Mario Vargas Llosa y Fernando Savater. Las páginas que dedica a analizar, desde su perspectiva personal, los volúmenes de Salón de Pasos Perdidos resultan clarividentes; de ellos se reproducen, además, algunos significativos pasajes en los que el autor aborda algunas cuestiones relacionadas con la política y la cultura de izquierdas.
Con todo, lo más destacado del libro es su calidad literaria. Como en sus diarios, sobresale la capacidad que tiene Trapiello de escribir sobre cualquier tema, combinando diferentes registros literarios, siempre con solvencia y exigencia estilística y con una prosa dúctil, polivalente, auténtica y llena de matices.