Cuadernos del Acantilado. Barcelona (2003). 103 págs. 8 €. Traducción: Carmen Toledano.
De un tiempo a esta parte, se están traduciendo algunas piezas clásicas de crítica literaria, como las lecciones magistrales de Nabokov, las críticas de T.S. Eliot, o páginas antológicas de Chesterton. Todavía tienen la tinta fresca «De este y otros mundos», de C.S. Lewis, editado por Alba y «Diez grandes novelas y sus autores», de W. Somerset Maugham, editado por Tusquets. El modelo de todos ellos es Samuel Johnson.
Johnson fue un hombre discreto del XVIII que realizó una edición crítica de las obras completas de Shakespeare. El prefacio de la edición ha sido referencia obligada. El público de habla española no tenía acceso a esta obra y tenía que contentarse con las obligadas citas de Johnson.
El prefacio no consta más que de un centenar de páginas, que son un modelo de prudencia y de sentido común. Comenta las obras de Shakespeare, y no cae en esa enfermedad del siglo XX que es la bardolatría. Le encuentra fallos, algunos a la medida de su época, otros más justificados. «Shakespeare acumula defectos entre sus excelencias: sacrifica la virtud a la conveniencia, parece escribir sin ningún propósito moral»; «la trama está trenzada a menudo de un modo impreciso» y muchos más. También valora sus virtudes: «Su verdadera fuerza no se aprecia en el esplendor de pasajes concretos sino en el desarrollo de su trama y en el tenor de sus diálogos».
El «Prefacio a Shakespeare» es una obra modélica y un punto de referencia para toda crítica y para todo aquel interesado en Shakespeare.
Fernando Gil-Delgado