La última crisis económica puso en evidencia las flaquezas de algunas democracias que, aparentando representar la voluntad de los ciudadanos y perseguir el bien común, se habían puesto al servicio de los intereses lucrativos de algunos políticos y, sobre todo, habían propiciado que el modelo económico basado en el trabajo y la generación de riqueza real fuese suplantado por el imperio de las finanzas. La tradicional desafección hacia la política que vivían estas democracias presuntamente avanzadas evolucionó rápidamente hacia el resentimiento. Desde entonces, la emergencia de diversas modalidades de populismo por todo el mundo solo parece haber servido para deteriorar más el panorama político.
Más de diez años después de la crisis sigue sin atisbarse una salida clara. Se han escrito muchas obras sobre el ocaso de la democracia, que diagnostican con precisión los síntomas, y otras que ofrecen propuestas para resolver los problemas de representatividad que las aquejan. Sin embargo, escasean las que contienen una propuesta integral de regeneración política. Este libro es una de ellas.
A pesar de estar escrito por filósofos y juristas, sortea dos de los riesgos de los libros colectivos académicos. No se deja llevar por los furores mediáticos, aunque todos los ensayos están muy atentos a la realidad. Y tampoco cae en el tedio; por el contrario, intenta suscitar interés en el lector al presentar todas las grandes cuestiones políticas que nos inquietan de forma divulgativa, pero rigurosa, sosegada, aunque con la vista puesta en la acción.
El objetivo de regeneración de la que habla el libro se articula en torno a dos ejes latentes en todos los temas abordados. Primero, el reconocimiento de unas bases antropológicas que reivindican la dignidad de la actividad política, como aquella que busca el bien común y no la consecución del poder a toda costa. Segundo, la afirmación de un horizonte de esperanza que, sin embargo, no oculta la gravedad de la situación y la urgencia de adoptar medidas.
Estas páginas prestan atención tanto a las cuestiones clásicas de la política como a desafíos del momento. De ahí que se hable, por un lado, de la necesidad de revisar el mito del contrato social, fortalecer el Estado de derecho, reivindicar la primacía de la dignidad humana o recordar las virtudes que deben caracterizar al político; como, por otro, que se incida en el renovado protagonismo que el odio está desempeñando en la política, la irrelevancia de la verdad en los discursos políticos, los retos que plantean las políticas identitarias, o el impacto de la tecnología digital en la configuración de un nuevo sistema sociopolítico.
Aunque existe entre los autores un sustrato compartido, las propuestas que ofrecen no siempre resultan coincidentes. Lejos de ser un demérito para la obra, pone de manifiesto que, partiendo de unos mismos principios, existen muy diversas políticas para llevarlos a cabo.
Como no podía ser de otra manera, la actualidad política española es objeto de una atención preferente. Asuntos tan acuciantes en España como la libertad de enseñanza, la cuestión territorial o la reforma del empleo público son también objeto de reflexión.