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Los sucesores de Harry Potter confían en la magia de la publicidad

Tendencia editorial

Desde que los libros de Harry Potter rompieron todas las barreras de ventas menudean los intentos editoriales de lograr un éxito semejante repitiendo más o menos la misma fórmula: niños huérfanos en busca de su identidad que se deben enfrentar a difíciles desafíos… Esta última Navidad, junto con el segundo de la serie Artemis Fowl, del irlandés Eoin Colfer (1), que no mejora el bajo nivel del primero, se ha lanzado con gran estruendo publicitario Molly Moon, de la inglesa Georgia Byng (2), también realmente flojo. Más aún, desde la perspectiva de un lector mínimamente orientado, es contraproducente y hasta ridículo tanto despliegue publicitario, y dice muy poco en favor de los periódicos más importantes del país que le hayan dedicado páginas completas al libro y a su autora. Seguramente serán mejores las películas que vienen…

Con menos pretensiones e igual intención de seguir la estela potteriana se han publicado últimamente El señor de los ladrones, de la alemana Cornelia Funke (3), y Maia se va al Amazonas, de la inglesa Eva Ibbotson (4). Ambas son autoras veteranas y eficaces, y las dos centran sus historias en huérfanos listos y desorientados, unos en la Venecia de hoy, otros en una ciudad brasileña de principios del siglo XX. Las dos obras se dejan leer, aunque son historias apresuradas y no del todo bien hiladas. Funciona mejor Maia, que -con un protagonista como La princesita de H. Burnett- resulta reveladora de cómo se procura hoy que todas estas historias incluyan gotas y a veces chorros de multiculturalismo, ecologismo, feminismo…

De Cornelia Funke se ha publicado también ahora El jinete del dragón (5), escrita con anterioridad a la fiebre Potter, sin ninguna duda el mejor libro de los citados en este bloque: es un relato de fantasía bien urdido acerca del viaje que hace un dragón acompañado por un chico sin familia y una duende gruñona, y en el que abundan los secundarios graciosillos típicos de película Disney.

También se acaba de iniciar una nueva serie (que por suerte no va de huerfanitos) con Una cuestión de tiempo, de Michael Hoeye (6), lo más parecido en formato libro a una película de dibujos animados. El protagonista es un ratoncillo gracioso y bien perfilado llamado Hermux Tantamoq (enamorado de una ratoncita aviadora extrañamente parecida a otra que figura en El jinete del dragón…).

En fin, que no es para dar botes. Y si los planes de lectura del Ministerio se apoyan en libros así (la industria editorial es uno de los pilares del sistema, ya saben), casi da igual decir a los niños que vean películas.

Luis Daniel González____________________(1) Eoin Colfer. Artemis Fowl (2001). Montena Mondadori. Barcelona (2001). 288 págs. Traducción: Ana Alcaina.Artemis Fowl: encuentro en el Ártico. Montena Mondadori. Barcelona (2002). 288 págs. T.o.: Artemis Fowl: The Arctic Incident. Traducción: Ana Alcaina.(2) Georgia Byng. Molly Moon y el increíble libro del hipnotismo. SM. Madrid (2002). 349 págs. T.o.: Molly Moon’s Incredible Book of Hypnotism. Traducción: Isabel González-Gallarza.(3) Cornelia Funke. El jinete del dragón. Siruela. Madrid (2002). 417 págs. T.o.: Drachenreiter (1997). Traducción: Rosa Pilar Blanco.(4) Eva Ibbotson. Maia se va al Amazonas. Salamandra. Barcelona (2002). 254 págs. T.o.: Journey to the River Sea. Traducción: Patricia Antón de Vez.(5) Cornelia Funke. El señor de los ladrones. Destino. Barcelona (2002). 407 págs. T.o.: Herr der Diebe. Traducción: Roberto Falcó.(6) Michael Hoeye. Una cuestión de tiempo. Montena Mondadori. Barcelona (2002). 301 págs. T.o.: Time Stops for No Mouse. Traducción: Silvia Alemany.

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