Alexandre Dumas, padre (1802-1870), fue el más prolífico autor del XIX francés, y casi un récord para cualquier tiempo: más de 120 obras entre teatro, novela, libros de viaje, memorias… (ver Aceprensa 17-07-2002) Es cierto que tenía una especie de taller donde más de un negro trabajaba para él.
Conocido y leído hasta hoy mismo por Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo (adaptadas muchas veces al cine y a la televisión), escribió también algunas novelas cortas tan jugosas, directas y amenas como Los hermanos corsos.
Una espléndida primera parte, que parecen notas de un viaje a la aún agreste y recia Córcega de mediados del XIX; y una segunda parte parisina. La primera dominada por el hermano gemelo Lucien de Franchi, caballero corso, ardiente y lleno de pundonor; la segunda por el gemelo Louis de Franchi, pacífico y gentil.
La acción va siempre directa al grano. El estilo es preciso y claro. Es de esas narraciones que se desea leer de un tirón. Un ambiente romántico, propicio a las apariciones y a la presencia del más allá.
Quienes deseen una lectura breve, sencilla y entretenida y , a la vez, con notable valor literario, Los hermanos corsos es una excelente elección.
(Una sugerencia a la editorial: al anunciar otras obras de la misma colección, de autores tan esenciales como Balzac, Tolstoi, Pirandello, sacrifica, como hoy parece habitual, la eficacia a la estética: imprime los nombres en gris oscuro sobre negro, con la inevitable consecuencia de que no se pueden leer. Por lo demás, el libro está muy bien editado).