Libro de los trazados

Vicente Valero

GÉNERO

Tusquets. Barcelona (2005). 93 págs. 10 €.

El autor, nacido en Ibiza en 1963, es uno de los poetas más interesantes del panorama de la lírica castellana reciente, como ya mostró en sus obras anteriores a ésta: «Jardín de la noche» (1986), «Herencia y fábula» (1989), «Teoría solar» (1992) y «Vigilia en Cabo Sur» (1999). En su obra, las raíces isleñas tienen mucha importancia, pues son ámbito de la contemplación de la naturaleza (el mar, la luz, el aire, el paisaje mediterráneo…).

En «Libro de los trazados», esta presencia trascendida, nunca meramente ornamental ni localista, es constante. «La subida», la primera parte del libro, es un himno unitario de celebración de la primavera como lugar de ascenso, de contemplación y de llegada. «Taller de paisajistas», la segunda parte, está formada por doce poemas en torno a la contemplación y a la transformación de la naturaleza a través del arte. Sigue «Curva en el camino del bosque», otro poema unitario, en memoria de una hermana del autor ya fallecida, en el que el dolor y la naturaleza se funden, y que está emparentado probablemente con «Paisaje para la despedida», uno de los más bellos poemas del libro anterior («Vigilia en cabo Sur»): hay dolor, pero también gratitud y serenidad: «Vimos crecer en el dolor / las nubes y las ramas, / el silencio perfecto de los árboles, / mientras tú te morías, / y daban una luz muy diferente. / Vimos crecer en el dolor / las nubes y las ramas, / el silencio perfecto de los árboles, / mientras tú te morías, / y todo estaba allí para decirnos, / cómo llegar hasta el final, / cómo cruzar por fin el río nuevo».

Los cinco poemas de la cuarta sección, «Voces para una danza infinita», tienen como protagonista el alma del poeta, en una vertiginosa danza en la que el amor y el tiempo se funden con un paisaje de noche, lluvia, desierto y tonos cálidos. Termina el libro con «El Río», otro poema unitario, de gran belleza, y más sosegado que los de la sección anterior, como un símbolo de todo el existir, que así concluye: «Y el río entonces se aparece / como el hilo secreto / entre la fuente única y el mar. / Como el hilo que une / el que soy y el que he sido / muchas veces».

En cuanto a los recursos poéticos de este libro de madurez, dotado de un ritmo acompasado y denso, como el fluir del mar, tienen mucha importancia los endecasílabos, las repeticiones y los encabalgamientos.

Luis Ramoneda

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