La muerte del vazir-mujtar

La muerte del vazir-mujtar

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALSmert Vazir-Mujtara

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2021)

Nº PÁGINAS688 págs.

PRECIO PAPEL27 €

La epopeya del diplomático Aleksandr Griboiédov, asesinado por una turba en el asedio de la embajada rusa de Teherán en 1829, permite a Yuri Tyniánov (1894-1943) plasmar una época muy intensa, social y políticamente, en la historia de Rusia. La revuelta liberal de los decembristas saludó la llegada del zar Nicolás I, que en los primeros años de su reinado tuvo que lidiar con la cuestión persa y la guerra ruso-turca. Como ministro plenipotenciario, el joven Griboiédov fue su hombre en la boca del lobo de Teherán.

La novela de Tyniánov –prestigioso teórico literario del movimiento formalista– conjuga la alta política con la vida íntima de sus representantes, lo épico con lo lírico, la acción con la meditación, y pasea un espejo muy real y convincente por el tablero de ese imperio de bailes de gala, misiones secretas y fronteras en disputa.

Ambiciosa y torrencial, rigurosa y siempre amena, La muerte del vazir-mujtar es una novela extraordinaria. Al cuadro de la época se une la familiaridad con que se mueven personajes como Pushkin –inolvidable su breve aparición final–, el general Yermólov o el conde de Ereván; a los enredos palaciegos de San Petersburgo, los paisajes alborotados del Cáucaso y Persia; y a los murmullos de la paz, los tambores de la guerra.

En ocasiones, Tyniánov se frena para contextualizar los hechos, y, cuando lo hace, le bastan unas pocas pinceladas para hacer que la narración avance, avivada por unos personajes dinámicos y cultos, con mucho fondo y víctimas de unos manejos –las sempiternas razones de Estado– que llegan a superarlos.

De este modo, el valor de Griboiédov como escritor se va diluyendo en el magma político que lo cerca, y entendemos el interés que su figura pudo suscitar en Tyniánov un siglo más tarde. En 1928, cuando la novela vio la luz, las reflexiones de Griboiédov sobre la censura (“Con suerte llegaré a ver un día la libertad de edición”) o el campesinado resultaban muy pertinentes, y sus digresiones conectaban con asuntos que seguían en el candelero. La caída de su protagonista podría ser, por analogía, el apagón de la inteligencia en la Rusia de Stalin.

La traducción y las notas a pie de página de Fernando Otero Macías facilitan la lectura y comprensión de una época muy compleja y de una crisis que, a la postre, se cerró en falso: “Entonces el olvido eterno envolvió definitiva e irreversiblemente el incidente de Teherán”. Cien años después, Tyniánov rescató ese incidente del olvido, y un siglo más tarde su obra llega, por primera vez, a nuestra lengua.

 

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