La interpretación del asesinato

Anagrama. Barcelona (2007). 544 págs. 23 €. Traducción: Jesús Zulaika.

TÍTULO ORIGINALThe Interpretation of Murder

GÉNERO

La acción de esta novela se sitúa durante el viaje de Sigmund Freud a EE.UU. en 1909. Una mujer aparece muerta en un hotel en circunstancias algo morbosas. Al día siguiente una joven de alta sociedad es atacada en su habitación y resulta temporalmente amnésica y sin habla. Se acercan las elecciones y al alcalde de Nueva York no le conviene airear esos escándalos, que implican además a un amigo poderoso a quien debe favores. Un joven psicoanalista americano que recibe a Freud en su visita se encarga -asesorado por el maestro- de tratar médicamente a la chica superviviente, y un íntegro detective se enfrenta a su primer caso serio.

Policías corruptos, locos con dinero, universidades, editores y sociedades secretas completan un cuadro que se desenvuelve entre morgues, hoteles de lujo, casas de alterne y obras de ingeniería. La trama es sumamente ingeniosa y bien construida. La acción resulta más y más compleja hasta que todas las piezas encajan.

El clima de las conversaciones entre los psicoanalistas gira básicamente en torno al complejo de Edipo y variantes, y las motivaciones de algunos personajes pueden calificarse de pervertidas o rastreras. A pesar de todo, los contrapuntos de sensatez y honradez de otros personajes hacen soportable el conjunto. Hay insania mental, desviaciones sexuales y comportamientos violentos, pero sin excesivos detalles; y, lo que es más importante, prevalece en los juicios y en el desenlace final el sentido común. Los toques de humor irónico y amable, y el estilo culto pero a la vez sencillo, mitigan eficazmente el efecto desagradable que produce el fondo de la historia.

La ambientación urbanística, social e intelectual de Nueva York a principios del siglo XX está magistralmente conseguida. Es, además, un buen acercamiento, un tanto benevolente, a la persona del célebre médico austriaco, con su aura de autoridad, prestigio y polémica. Quedan bien explicadas sus diferencias con su discípulo Jung, que le acompaña en el viaje, y con los neurólogos a quienes las nuevas teorías venían a quitar el pan de la boca. La novela no se ceba en las cuestiones científicas, pero divulga suficientemente lo central de las aportaciones de Freud (bastante ajeno, por otra parte, al argumento principal de la novela).

Primera novela de este profesor norteamericano de Derecho Constitucional (1964). Todas las numerosas páginas son necesarias para desarrollar una trama que no decae y mantiene atento al lector hasta el final. Un desembarco en el mundo de la ficción, entre el thriller, la novela histórica y costumbrista, la científica y la de intriga, que cabe calificar de meritorio.

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