Mary Makebelieve es una joven adolescente que vive en Dublín con su madre. Su existencia se desarrolla al borde de la pobreza pero se sienten felices con sus sueños y seguras por el afecto vivo y espontáneo que se profesan. La imaginación reemplaza sus carencias: un escaparate o el cartel de una obra de teatro les da pie para fantasear con lo que no pueden comprar o con la representación a la que no pueden asistir.
La superprotección afectiva que rodea a Mary la aleja de la realidad y amplifica los efectos naturales del crecimiento. Así, descubrir la existencia de hombres, desde el punto de vista afectivo, le llena de un ingenuo estupor y de respeto, y le hará reaccionar de modo estridente cuando deba concretarse en un ser de carne y hueso. Los sueños siempre llegan más lejos que la realidad.
Stephens (1882-1950) publicó esta historia en 1912, primero por entregas en un periódico y luego en forma de libro. La naturaleza seriada del formato de edición impone pasajes cerrados, estampas costumbristas de una vida cotidiana y sencilla de similar estructura. La narración apenas tiene grandes momentos y se desliza tranquila y sólida animada por el estilo expositivo, directo, pausado y poco digresivo del escritor irlandés. La lectura resulta grata pero en ningún sentido especialmente memorable.