La fragilidad del mundo

La fragilidad del mundo

EDITORIAL

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2021)

Nº PÁGINAS256 págs.

PRECIO PAPEL19 €

PRECIO DIGITAL10,99 €

GÉNERO

Este libro, gracias al cual Joan-Carles Mèlich se ha alzado con el Premio Nacional de Ensayo 2022, explora los contornos más olvidados de la condición humana, situándose, así, en la compañía de autores, como Josep Maria Esquirol o Lluís Duch, que buscan dar la vuelta a la antropología. Se trata de una corriente prolífica, erudita y especialmente sensible a las arritmias de una cultura desavenida con la persona.

El tema principal de este libro es la vulnerabilidad del ser humano; como los mencionados, Mèlich pone el foco sobre los rasgos que hacen nuestra especie menos pretenciosa. El dolor, la nostalgia, el sinsentido, la pérdida son, en su interpretación, estados existenciales que nos definen, y olvidarlo nos deshumaniza. Así, pues, el autor nos concibe como animales en búsqueda, ansiando escapar de la nada pero sin poder alcanzar el sentido.

El problema es que la atmósfera que respiramos no nos es propicia; más bien, la prisa y el entretenimiento nos desnortan. ¿No permea y lastra la prosa, tan cuidada como un jardín, de Mèlich y compañía una suerte de desasosiego nostálgico? Hay quienes, compartiendo su dictamen, exhortan a buscar fogonazos de esperanza: luces, al fin, entre las ruinas. En este sentido, frente a quienes defienden no perder el tren del tiempo para librarse del pesimismo, hay que advertir que la cuestión no es si debemos adaptarnos a lo nuevo, si es malo que el reguetón sustituya al pop o el teclado a la pluma. De lo que se trata es de constatar que el arte no es principalmente un modo –noble o anodino– de pasar el tiempo ni la tecnología un mero instrumento.

Sin necesidad de compartir la hostilidad que late a lo largo del texto hacia la metafísica, su atención a nuestro desvalimiento y la forma, tan hermosa, de ensalzar nuestras incertidumbres transforman este ensayo en un cuaderno de bitácora idóneo para revelarnos el frágil cristal que nos conforma.

Gracias a Mèlich descubrimos en el viaje la aportación de la filosofía posmoderna, cuya inquina no afecta tanto a los clásicos como a las pétreas abstracciones esculpidas por el racionalismo. Porque, sugiere el pensador catalán, cabe penetrar en las entrañas de lo humano a través de los símbolos, de la cultura, de la palabra. De ahí que la crisis de sentido sea inevitablemente la crisis también de la lectura, de la incapacidad para leer y leernos. De ahí, también, que el diagnóstico y la terapia vayan de la mano de la literatura, porque, partiendo de que siempre seremos inciertos y balbucientes, entreabriremos el enigma de la persona con el conjuro de la letra impresa.

En cualquier caso, la principal lección que se puede extraer de estas páginas, que destilan tanta sabiduría antropológica, es que cultivar lo humano exige reconocer nuestra dependencia y la maravillosa indisponibilidad del mundo. Frente a la arrogancia del yo, Mèlich nos descubre, con el poeta, que todo –lo creamos o no– es don inmerecido y que sería un sacrilegio imperdonable profanarlo.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.