La dulce envenenadora

Anagrama. Barcelona (2008). 198 págs. 17 €. Traducción: Dulce Fernández Anguita.

TÍTULO ORIGINALSuloinen myrkynkeittäjä

GÉNERO

El finlandés Arto Paasilinna (1942) es uno de los escritores más celebrados de su país y, desde hace unos años, un autor de éxito internacional gracias a su original sentido del humor con el que hace una divertida y ácida radiografía de Finlandia. La dulce envenenadora, publicada en 1998, es la cuarta novela que se publica en España tras El molinero aullador, El bosque de los zorros y Delicioso suicidio en grupo (ver Aceprensa 11-07-2007). Si las novelas anteriores tenían como argumentos problemas y conflictos sociales muy asentados de Finlandia, en La dulce envenenadora la temática es más internacional, pues lo que en ella se cuenta, la venganza de una viuda contra unos jóvenes que le roban, no es una situación exclusiva de ese país.

La octogenaria Linnea Ravaska, viuda de un coronel, no tiene hijos. El único familiar que le queda es el hijo de la hermana de su marido, Kauko, un joven que ha cruzado la línea del gamberrismo y es un delincuente profesional de poca monta, pero peligroso y totalmente alcoholizado. Kauko y dos amigos de juergas tienen la costumbre de ir a casa de Linnea a primeros de cada mes a apropiarse de su pensión. Harta de esta situación, Linnea decide fugarse y planea una sutil venganza, que se le va poco a poco de las manos.

Todo lo que cuenta Paasilinna, un tanto exagerado, es moneda habitual no sólo en Finlandia: jóvenes alcoholizados, que no trabajan, que viven para la droga; personas mayores que viven atemorizadas por esta situación, ante la apatía de la sociedad y la sensación de impotencia -y de pasotismo- de los poderes públicos y las fuerzas de seguridad. Paasilinna no desaprovecha la oportunidad para criticar muchas cuestiones que no funcionan bien. Pero lo hace desde el sentido del humor, consiguiendo así que sus críticas sean más efectivas.

La trama resulta ingeniosa, en ocasiones inverosímil (aunque eso sea lo de menos) y eficaz. No se trata de una caricatura que tenga como objetivo la mera evasión. Paasilinna pone delante de los lectores situaciones que se repiten pero que quieren ocultarse para no dar una imagen catastrofista o deprimente de la sociedad. Pero los problemas están ahí, y la ausencia de soluciones, también.

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