La casa de los siete tejados

Mondadori. Barcelona (2008). 355 págs. 23,90 . Traducción: Verónica Casales Medina.

TÍTULO ORIGINALThe House of the Seven Gables

GÉNERO

La casa de los siete tejados está considerada como una de las obras fundacionales de la literatura norteamericana, verdadero clásico de la novela del siglo XIX. Publicada en 1851, fue la tercera novela que escribió su autor, para T. S. Eliot, la mejor escrita en inglés. Entre las obras de Hawthorne (1804-1864) merecen destacarse La letra escarlata, Cuentos contados dos veces (ver Aceprensa, 19-12-2007), Cuentos de la Nueva Holanda (ver Aceprensa 141/99) y su divertida narración infantil Veinte días con Julián y Conejito (ver Aceprensa 83/04).

La casa de los siete tejados cuenta la historia de una casa maldita. A finales del siglo XVII, en una pequeña localidad de Nueva Inglaterra, el coronel Pyncheon, de formación puritana, decide construirse una gran mansión en el lugar donde antes estaba la cabaña de Mathew Maule -hombre rudo y sencillo-, que presentan como hombre turbio, y que fue conducido al cadalso a causa de acusaciones de brujería. El coronel, que preside el juicio condenatorio, no puede disimular unas intenciones torcidas, con ánimo de apoderarse del terreno de Maule. El día de la inauguración de la imponente casa, el coronel muere repentinamente.

Dios le dará sangre para beber”. Esta frase, pronunciada por Mathew Maule al ser ajusticiado, es el foco que ilumina todas las escenas. Hay una maldición y, por tanto, un fatalismo que hará mella en las siguientes generaciones. Los personajes son actores de un drama social que va mostrando la ridiculez de las posturas engreídas que desprecian a las personas humildes, que piensan y obran con libertad, es decir, fuera del orden puritano establecido. Al mismo tiempo, la calidad de la prosa de Hawthorne destaca también el encanto de lo espontáneo, de la expresión personal libre, de las buenas obras e, incluso, de la piedad y seriedad religiosa realizadas con sincera espiritualidad.

El argumento se desarrolla de forma natural, sin perder en ningún momento la emoción y el atractivo de los personajes, que se van introduciendo de tal manera que el lector siente la necesidad de entender por qué están ahí y qué va a ocurrir con ellos. Hawthone escribe con un rico vocabulario descriptivo y en todo momento se ve el fondo de humor o ironía en los casos que en los que subraya el error de conducta de los personajes. Las aventuras, peripecias, conversaciones y recorridos mentales de los personajes tienen diferentes niveles de comprensión: el liso y llano de la emoción de los sucesos, el crítico social -velado, pero incisivo- y el filosófico.

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