En los rankings internacionales que pretenden medir el desarrollo humano o la felicidad, los países nórdicos suelen aparecer en los diez primeros puestos. Según su imagen internacional, son el modelo que combina el desarrollo económico, la cohesión social y la calidad de vida. Sin embargo, no son un polo de atracción para la gente, a no ser para los peticionarios de asilo. El periodista británico Michael Booth se ha propuesto desentrañar las paradojas de la utopía escandinava. Lo hace con
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