Elogio de la transmisión

TÍTULO ORIGINALÉloge de la transmission. Le maître et lélève

Cécile Ladjali,George SteinerSiruela. Madrid (2005). 165 págs. 10,90 €. Traducción: Gregorio Cantera.

Cercana todavía la publicación de «Lecciones de los maestros» (ver servicio 131/04), se publica este sencillo libro en el que Steiner, con la agudeza que le caracteriza, vuelve a reflexionar sobre el oficio de enseñar. «Lecciones de los maestros» era un profundo ensayo concebido como investigación filosófica y literaria. «Elogio de la transmisión» es un libro más personal, pues contiene las conversaciones que mantuvo con una profesora de un liceo francés. Fascinada por sus libros y la altura intelectual de quien considera un maestro, Cécile Ladjali invitó a Steiner a participar en un proyecto educativo que estaba realizando con sus alumnos de enseñanza secundaria, un buen número de ellos inmigrantes. La propuesta fue bien acogida por Steiner. «Elogio de la transmisión» se abre con un prólogo de la profesora, que explica a los lectores este origen, su relación con Steiner y su visión de algunos problemas que atraviesa la enseñanza francesa.

Ladjali tiene un alto concepto de la enseñanza y de las posibilidades de sus alumnos, pero también es consciente de que no corren buenos tiempos para la difusión de la cultura en la enseñanza secundaria. Por lo general, por culpa tanto de los planes de estudios o como del ambiente en el que viven sumergidos los alumnos, parece haber poco sitio para los objetivos humanísticos. Y, sin embargo, Ladjali sabe que esta tarea es clave. Sus comentarios reflejan la realidad que se vive en tantos institutos, donde ideales como exigencia, cultivo de la excelencia, aprecio por los clásicos, etc., están bajo sospecha. Se ha impuesto un tipo de educación basada en objetivos prácticos e inmediatos y demasiado cercana a los intereses de los alumnos, visión con la que no está de acuerdo Ladjali: «El profesor ha de sacar al alumno de su mundo, conducirle hasta donde no habría llegado nunca sin su ayuda, y traspasarle un poco de su alma».

Al hilo de estas conversaciones, Steiner da su punto de vista sobre los problemas que afectan a las enseñanzas secundarias: «No es en la universidad donde se libran las más decisivas batallas contra la barbarie y el vacío, sino en la enseñanza secundaria, y en barriadas deprimidas como la de Seine-Saint-Denis», donde imparte clases Ladjali. Elogia Steiner el trabajo de aquellos docentes que, inconformistas con el sistema educativo y con el rumbo de la sociedad, hacen todo lo posible por acercar la cultura a sus alumnos, sin rebajar nada. Defiende Steiner el oficio de profesor, que sobre todo consiste en contagiar una pasión: «Si somos capaces de inculcar en un niño determinados sueños, el rechazo a una cierta vulgaridad, a todo lo inhumano o a las enormes decepciones, tendremos una posibilidad de ganar una batalla».

Y con igual firmeza advierte de los peligros que encierran los sistemas educativos basados en un falso concepto del igualitarismo: «Con el rasante igualitario, mediante la falsa democracia de la mediocridad, matamos en los niños la posibilidad de sobrepasar sus limitaciones sociales, domésticas, personales, e incluso físicas. En la universidad ya es demasiado tarde».

Adolfo Torrecilla

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