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El único e incomparable Iván

Océano.

Barcelona (2014).

324 págs.

15,95 € (papel) / 9,95 € (digital).

Traducción: Mercedes Jul.

A partir de 14 años.

TÍTULO ORIGINALThe One and Only Ivan

Historia emotiva con muchos parecidos a La telaraña de Carlota. Ambas son historias de animales por un lado y de los hombres que se relacionan con ellos por otro; en los dos libros, uno de los animales salva la vida de otro realizando algo impensable (para un animal); y es una chica humana la que muestra simpatía por los animales y la que intercede por ellos.

En este caso el narrador es Iván, un gorila “espalda plateada” que, desde hace más de veinte años, es una atracción en un área comercial, junto con otros animales como, sobre todo, la elefanta Stella. También se relaciona con un perro pequeño y rebelde, Bob, que entra y sale de las jaulas sin problemas. El lugar es miserable y su propietario, Mack, no cuida bien a los animales. Stella enferma y, además, traen a otra elefanta pequeña, Ruby. Cuando Stella muere y Ruby está pasándolo mal, Iván tiene una idea. La hija del cuidador del lugar, Julia, comprende a Iván mejor que nadie: Iván pinta “cuadros” sencillos que luego se venden a buen precio y Julia también se pasa tiempo dibujando junto a su jaula.

El relato se inspira en un hecho real sucedido hace tiempo en Estados Unidos. La organización y presentación del libro están pensadas para facilitar la lectura: los capítulos son cortos, los párrafos también lo son y están separados por una línea en blanco entre sí, el interlineado es cómodo, las imágenes de Patricia Castelao son pocas pero acertadas y acentúan bien algún aspecto del relato. Es un buen recurso que haya un glosario inicial con algunas expresiones propias del gorila, pues eso crea cierta expectación. Pero, sobre todo, el narrador, el mismo Iván, tiene un tono muy conseguido: es algo lento de razonamientos, tiene una ironía que a veces parece no percibir él mismo, hace observaciones dolidas pero no hirientes, da información sobre su pasado y su especie cuando recuerda su vida, se expresa con claridad pero a veces parece que con dificultad, se podría decir que casi no hace descripciones más allá de su alcance, y no le caen nada bien los chimpancés. Además, las “personalidades” de quienes le rodean también está bien definida.

El libro retrata bien el comportamiento de los hombres que aparecen en la historia: el propietario, Mack, y el cuidador y padre de Julia, George, no son malas personas sino pobres gentes a los que no les gusta mucho lo que hacen pero que tienen que sobrevivir. Pero, como es de esperar casi siempre en un libro así, el planteamiento que subyace no es tanto el de que los hombres tienen obligaciones respecto a los animales como el de que los animales tienen derechos como los hombres. Así, Julia dice que su pancarta preferida, cuando hay manifestaciones delante del parque, es la de que “los elefantes también son personas”. Sin embargo, Iván mismo sabe apreciar las diferencias incluso entre los animales: cuando alguien le cuenta La Vieja historia del chimpancé al que encerraron con una máquina de escribir y, por casualidad, logró escribir un libro, comenta: “Refunfuño. Como si un chimpancé pudiera escribir una letra, ni hablar de un libro”.

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