El mundo

Planeta. Barcelona (2007). 236 págs. 21 €.

GÉNERO

Cada año, el Premio Planeta busca llegar al mayor número de lectores posible con unos ganadores mediáticos y con unas novelas que puedan ser fácilmente absorbidas, sin grandes complicaciones. Este año, la pareja elegida responde plenamente a esta táctica. El ganador, Juan José Millás, es un autor de reconocido prestigio literario que también es popular y que, además, proviene de una de las editoriales del grupo, Seix Barral, donde publicó el año pasado Laura y Julio, novela donde la fórmula Millás mostraba preocupantes síntomas de agotamiento.

El finalista, el showman televisivo Boris Izaguirre, escritor en su país de origen, Venezuela, antes de su llegada a España, garantiza una asidua presencia en los medios de comunicación, tarea a la que, por su desbocado afán de protagonismo, se entregará con entusiasmo.

El mundo cuenta una parte de la biografía de Millás, aunque es fácil adivinar que, como en muchas de sus novelas, los límites entre la realidad y la ficción son muy permeables. Millás describe su infancia en Valencia, su ciudad natal, y en Madrid, adonde se trasladó su numerosa familia cuando el autor contaba con seis años, al barrio de Prosperidad, protagonista indirecto de la novela.

Al hilo de los recuerdos de la infancia y primera juventud -el libro finaliza cuando el autor, con catorce años, decide ingresar en el seminario para ser misionero como su tío-, Millás introduce algunas escenas sobre las que pivota la novela. Son pasajes más desarrollados que completa con referencias posteriores, para rematar la historia, como lo sucedido con su amigo el Vitaminas y su hermana María José, o la anécdota de las cenizas de sus padres. Además, al hilo de estos recuerdos, Millás habla de sus libros, del trasvase de anécdotas de la realidad a la ficción y de sus manías y obsesiones como escritor. Hay en El mundo una insistencia en el despertar sexual del protagonista y, también, una visión irónica de la religión, sin cargar las tintas.

Millás tiene oficio, entretiene y sabe dotar a sus recuerdos de unos ingredientes literarios, que conectan con el resto de sus libros. Pero aquí las pretensiones son más modestas.

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