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El idiota (1)

El idiota

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALIdiot

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2020)

Nº PÁGINAS776 págs.

PRECIO PAPEL39,50 €

PRECIO DIGITAL11,99 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

Con motivo de la pandemia se ha aplazado la publicación de muchas novedades. El lado bueno de este escenario es que da ocasión de disfrutar de viejos libros que vuelven al mercado en cuidadas reediciones, como este clásico de la literatura rusa.

Los protagonistas de las novelas de Dostoievski, tanto en las mayores (Crimen y castigo, Los hermanos Karamázov, Los demonios, El idiota) como en varias de las menores (El jugador, Memorias del subsuelo, El doble), suelen mostrarse como el arquetipo de un rasgo dominante hecho vida. Los remordimientos, el nihilismo, la adicción o el delirio se extienden sobre sus almas, y van impregnándolas hasta tal punto que sus impulsos, emociones, ideas y actos ya solo tienen sentido dentro de una racionalidad desquiciada. Vistos desde fuera, avanzan al borde de la locura; en su interior, por el contrario, lo que hacen es tan lógico como inevitable.

Tal vez desde Shakespeare, nadie había sido capaz de exhibir de un modo tan humano, complejo, sutil y profundo los abismos de la mente, y parece que nadie, desde Dostoievski, ha logrado alcanzar las cotas del maestro ruso. En el caso del protagonista de El idiota, esa pasión es la bondad llevada al extremo.

El príncipe Myshkin parece ignorar la maldad y el egoísmo, no solo en sí, sino en los que le rodean. De un modo natural, ve en los demás lo que tienen de bueno, pasando por alto sus mezquindades, y perdonando las crueldades y burlas con las que se dirigen a él, incapaz de atribuir a nadie malas intenciones. Si acaso, cuando un personaje se comporta a todas luces de un modo interesado, lo achaca al error o a la debilidad.

Recién llegado de un sanatorio suizo, donde ha permanecido unos años para tratar de curarse de la epilepsia que padece desde su infancia, se presenta en la estación de San Petersburgo con un hatillo y una carta para unos familiares lejanos, que lo reciben con estupor. A pesar de haber cumplido los veinte años, actúa con una ingenuidad infantil, y su irrupción en la alta sociedad pondrá aún más de relieve el contraste entre su pureza de espíritu y el materialismo hedonista que le rodea.

En ese entorno frívolo conoce a Nastasia Filíppovna, tan atractiva y voluble que se ve rodeada siempre de pretendientes, unos más honestos que otros. Myshkin, tal vez confundiendo la compasión con el amor, también se enamora de ella y, después de soportar algunas humillaciones, parece que es correspondido. Esta relación imposible se enreda aún más cuando el príncipe, por sorpresa, se convierte en heredero de una pequeña fortuna. A partir de entonces, la cohorte de aduladores que rodeaba a Nastasia se vuelve también hacia él, y Dostoievski hace desfilar, en una imparable sucesión de escenas, el elenco de arribistas, filósofos y desheredados que, para los asiduos a su obra, son uno de los elementos más identificables de sus escritos.

Esta nueva versión de El idiota, traducida por Fernando Otero –que también firma el resto de las versiones de Dostoievski en la editorial Alba–, es una muestra más del buen hacer de esta editorial, un valor seguro para acceder a los clásicos de la literatura universal, con buenas traducciones, ediciones muy cuidadas y una presentación atractiva. En este caso, además, incorpora abundantes notas, que permiten situarse en el contexto ruso de mediados del siglo XIX. Todo ello facilita volver la mirada hacia esta novela extraordinaria, que reivindica la bondad y la ingenuidad como un asidero en un mundo inundado por el desencanto de los cínicos. 

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