Cuarta novela que se publica en España de la serie protagonizada por la subcomisaria Garrasi. Como ocurre en las anteriores –Arena negra, La lógica de la luz y La cuesta de los Saponari–, como es ya habitual en las novelas policiacas italianas, la obra combina las vicisitudes personales de la subcomisaria con la investigación de un asesinato. En El hombre del puerto, la persona que aparece muerta en extrañas circunstancias es Vincenzo La Barbera, profesor de Filosofía en un instituto de Catania, escenario habitual de las novelas de esta autora. La Barbera, muy querido por sus alumnos, llevaba una vida peculiar, pues tenía como domicilio un viejo velero amarrado en el puerto.
Su muerte, punto de partida para una complicada investigación coincide en el tiempo con que la subcomisaria Garrasi ha sido amenazada de manera muy directa por la mafia palermitana. Ello ha llevado a sus superiores a ponerle escolta, lo que coarta bastante su libertad de movimiento.
No se encuentran móviles para el asesinato. No parece que haya relación ni con las actividades sociales del profesor para alejar a sus alumnos de las drogas, ni con su pasado, aunque sorprende que el docente estuviese vinculado en su juventud a una comuna de hábitos libertarios.
Como en otras novelas, un suceso fortuito facilita que vayan encajando las piezas. Para la resolución del caso, Garrasi vuelve a contar con la inestimable colaboración del comisario jubilado Biagio Patanè. Nuevamente destacan los aspectos humanos de la novela, que la autora trabaja muy bien, así como los toques gastronómicos, ya comunes en el género policíaco. Novela, pues, amena, entretenida, que engancha y que proporciona buenos momentos.
