guardia

El guardia, el poeta y el prisionero

Grijalbo.

Madrid (2014).

311 págs.

16 € (papel) / 9,50 € (digital).

Traducción: Gemma Rovira.

TÍTULO ORIGINALHaneulga balamgwa siinwa na

GÉNERO


Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 15/15

Sugiyama Doza, el guardia más odiado por los presos, aparece asesinado en la cárcel japonesa de Fukuoka. En un bolsillo de su uniforme encuentran un poema. ¿Quién es el autor? ¿Tiene alguna relación con su muerte? ¿Se trata de alguna pista que el autor del crimen haya querido dejar? El alcaide encarga a Watanabe Yiuchi, un joven soldado que antes de incorporase al ejército y ser destinado a la cárcel trabajaba en la librería de su madre, encontrar al culpable y sustituir a Doza en su cometido de censor en una de las galerías de la cárcel.

Los primeros capítulos siguen los cánones de una sencilla novela policiaca ambientada en una prisión durante el periodo final del dominio japonés sobre Corea. Hay interrogatorios, sospechosos, informes… y Yiuchi no tarda en encontrar al presunto culpable. Pero las cosas no son tan sencillas como parecen. Yiuchi conoce al preso Hiranuma Tachu, nombre japonés del poeta coreano Yun Dong-Ju, quien le desvela la verdadera personalidad de Doza y le proporciona claves para interpretar su asesinato y el motivo del crimen.

Hiranuma es de los pocos presos que sabe escribir, por lo que el resto de los presos acuden a él para dictarle las cartas dirigidas a sus familias. Sabiendo que Doza leerá lo que escriba, acude a distintos autores –Shakespeare, Tolstói, Rilke, Francis Jammes, Goethe, Stendhal, y sus propios versos– para lograr adentrarse en el alma del censor, descubrir y hacerle descubrir quién es realmente, y trenzar un hilo hecho de literatura que unirá sus vidas y la de Yiuchi.

El autor profundiza en la psicología de los personajes y en su mundo interior así como en su pasado. La guerra, la propaganda y el ambiente de miseria moral y de violencia en el que han crecido los empuja a comportarse como animales o a considerar a los coreanos como seres infrahumanos. Sin embargo, en su interior persiste la capacidad de vislumbrar la belleza.

Jung-Myung, autor surcoreano, ha escrito una novela sobre la capacidad de la belleza, la música y la literatura para remover el alma de las personas; el poder del arte para redimir y otorgar un sentido al sufrimiento. En un lugar tan inhóspito y poco recomendable como un presidio, donde los presos callan sobre la muerte de sus compañeros para lograr la ración de comida que ya no comerán, todavía hay espacio para admirar unos versos y dejarse conmover por un relato, también evangélico, para saber que se sigue vivo.

Yun Dong-Ju falleció en la cárcel en 1945. Su poesía se conoció finalmente en 1948, cuando se publicaron tres manuscritos titulados Cielo, viento, estrellas y poesía.

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