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El estado de las almas

TÍTULO ORIGINALLo stato delle anime

GÉNERO

Siruela. Madrid (2004). 140 págs. 14,90 €. Traducción: Carlos Gumpert.

Giorgio Todde es un médico sardo que vive en Cagliari y ha escrito dos novelas «negras»-ésta y «Miedo y carne»- cuyo protagonista es otro médico, Efisio Marini (1835-1900), famoso en su época por su personal método de momificación anatómica.

En una remota comarca de la montaña de Cerdeña, a finales del siglo XIX, se suceden tres crímenes rituales especialmente violentos, que parecen relacionados entre sí y a la vez pueden estar influidos por una extraña simetría de números que se viene sucediendo en una de sus aldeas. En Abinei, los habitantes, controlados por el párroco y la comadrona, son siempre 164, y hay una correspondencia inmediata entre los recién nacidos y las personas que fallecen. El médico del pueblo, sospechando que la primera de esas muertes no es natural, llama a su compañero de estudios Efisio Marini para que desentrañe con la autopsia la causa del primero de esos crímenes…

La novela va más allá del realismo con una serie de acontecimientos y circunstancias alambicadas, que sirven para poner de manifiesto el ambiente social opresor que Cerdeña vivía en la época, así como la importancia de los métodos científicos y la antropología médica para analizar la psicología y el comportamiento de las personas. Juega con una serie de personajes que también obedecen a esa necesidad de fondo, aunque estén bien dibujados y resulten adecuados al ambiente. La trama y la tensión narrativa envuelven y el trabajo de los personajes sirve, además, para traer consideraciones interesantes que llegan a remontarse hasta los clásicos griegos.

Tanto la historia, como su estructura literaria hacen recordar otra llamativa narración del sardo Marcello Fois, titulada «Sempre caro»; así como algunas con ambiente siciliano de Leonardo Sciascia. Y «La Mennulara», de Simonetta Agnello Hornby, pues como en ésta la moralidad de alguno de sus personajes deja mucho que desear y la doble vida parece dominar la conducta de los habitantes del pequeño pueblo.

Es llamativa, desde un punto de vista negativo, la personalidad que el autor da al protagonista, el cual se manifiesta demasiado pagado de sí mismo, cínico, vengativo y despiadado. Por lo que, finalmente, la novela deja un regusto amargo.

Ángel García Prieto

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