El corazón helado

Tusquets. Barcelona (2007). 932 págs. 25 €.

GÉNERO

Julio Carrión muere en Madrid en 2005 a los ochenta y tres años. Era un rico empresario y deja atrás viuda, cinco hijos y un prestigio unánime de hombre excepcional. Su hijo Álvaro descubre entonces un aspecto menos ejemplar de la vida de su padre, y a eso siguen otras revelaciones que hacen tambalear una fama que parecía inatacable. El catalizador de la historia es Raquel, descendiente de exiliados españoles en Francia durante el franquismo. Hay una cuenta pendiente entre sus ascendientes y Julio Carrión y ella tiene un plan para cobrársela. Lo malo es que no contaba con enamorarse de Álvaro.

Álvaro quiere agotar la verdad aunque le asusta el precio que tiene conocerla. Lo que va sabiendo de su padre y su historia de amor con Raquel están sacando a la luz rasgos de su propia personalidad que no conocía, a la vez que redefinen sus relaciones con su mujer, su madre y cada uno de sus hermanos.

Grandes ha firmado una historia bien construida con elementos poco nuevos: odios, secretos, traiciones y venganzas incubados en la guerra civil española. Dos narradores alternos van desgranando retrospectivamente los detalles de la historia de las dos familias. Todos los ambientes están descritos con verismo: la defensa miliciana de Madrid, la vida en el exilio, episodios en Rusia de la División Azul, etc. La autora ha planificado bien cada capítulo y entrega en dosis justas los nuevos datos que hacen avanzar la historia, tiene bien controlados los hilos y se mueve con soltura adelante y atrás en el tiempo, como narradora veterana que ya es.

La escritora madrileña sigue fiel a su credo literario: provocadora reivindicación de la mujer (esta vez, con una carga más atenuada de liberación sexual), exaltación de la izquierda (esto sí, sin titubeos) y calidad narrativa (historias bien trazadas, profundización en los personajes, estilo cuidado). No es una escritora de genio pero sí de talento y trabajo. La factura básica de la novela es típicamente galdosiana pero también se sirve de técnicas más modernas para dar a conocer los pensamientos de los personajes.

Hay un exceso femenino de descripción y un cierto lastre discursivo que frena bastantes de los diálogos. Si no se presta atención es fácil perderse en la red de primos, tíos, bisabuelos y personajes secundarios. Los principios de la mayoría de ellos incluyen fumar canutos, divorciarse, tener amantes y, naturalmente, despreciar la religión. Al menos, esta vez Grandes no carga la mano en la descripción de la actividad sexual de sus personajes, quizás evitando todo lo que distraiga la carga ideológica de la historia. En conjunto resulta una novela interesante pero dura. Algunas cosas que ha hecho Julio Carrión son despreciables, pero no menos aceptable es no querer saber, o saber y no hacer nada (el cinismo de un corazón helado), o saber y no perdonar.

Javier Cercas Rueda

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