El cebo

Plaza & Janés. Barcelona (2010). 488 págs. 24 €.

GÉNERO

José Carlos Somoza (Cuba, 1959) ha publicado once novelas, con esta, desde 1996 y ha tocado todos los palos: erotismo, historia, policíaca, ciencia-ficción, fantasía, horror, y se ha labrado un lugar entre los escritores innovadores de suspense y misterio de cierta calidad e inteligencia.

El cebo es un thriller de persecución clásico donde la estrella es el perseguidor, para el que Somoza elabora una original e interesante teoría psicológica. El “psinoma” es el código matemático de nuestro deseo. Hay cincuenta tipos fundamentales o “filias” y cada persona tiene una. Un “cebo” teatraliza una determinada “máscara” (conjunto de gestos y palabras) ante la que un sujeto no puede dejar de reaccionar, lo “engancha” y lo somete a su voluntad. Esto se descubrió hace siglos; Shakespeare, en concreto, describe todas las tipologías fílicas en sus obras, y en la actualidad es una ciencia psicológica ultrasecreta en manos de la policía que entrena a cebos expertos en conducta para capturar a criminales.

A primera vista puede pensarse en un intento reduccionista de coronar al placer como motor único del obrar, pero la idea es más compleja y tiene cierta consistencia, y, en todo caso, consistencia narrativa. Es el fin de las armas, los detectives y los forenses, y la hora de los “perfiladores” y de las máscaras manipuladoras de deseos.

Todo esto resulta sorprendente y nuevo y perturbador y es lo mejor del libro. La trama criminal, trepidante y bien hecha, resulta algo desagradable porque el psicópata de turno es muy psicópata. La trayectoria personal de los cebos, su entrenamiento y lo que están dispuestos a hacer también resulta duro de digerir, incluso más. Son literalmente usados y esa cosificación, también sexual, resulta degradante, por muy voluntaria que sea. Aunque muy diluida en la trama psicológica, en toda la historia flota una capa sensual poco explícita pero insistente.

El original hallazgo del psinoma y de los cebos hace interesante esta lectura entretenida, con un suspense bien manejado y con los peros citados de exceso de truculencia y de cosificación carnal.

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