Dios, la ciencia, las pruebas

Dios, la ciencia, las pruebas

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALDieu, la Science, les Preuves

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2023)

Nº PÁGINAS584 págs.

PRECIO PAPEL24,90 €

PRECIO DIGITAL9,99 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

Este libro, que ha sido un best seller en Francia, tiene varios méritos, pero el principal es mostrar que la ciencia y la existencia de Dios no están enfrentadas y que los argumentos científicos pueden conducir a la fe. Además, explica que el materialismo, que apoya la inexistencia de Dios, contiene elementos irracionales. En su ensayo, los autores se apoyan mayoritariamente en las pruebas científicas más consolidadas de la cosmología reciente, aunque realizan incursiones en otros ámbitos o temas, como la biología, la filosofía, la historia, la Biblia, la existencia de Jesús o los milagros de Fátima.

Otros méritos de la obra son: la explicación en detalle de la génesis y el contenido de la teoría del Big Bang, así como de las pruebas científicas que la sustentan; la recopilación de citas de científicos y filósofos sobre la relación entre ciencia y fe; la persecución contra los científicos teístas por parte de regímenes totalitarios; la falsedad del azar como argumento racional o las contradicciones del materialismo.

Aunque es una obra que se lee con facilidad y ofrece una visión de conjunto, hay que señalar que en su objetivo de probar la compatibilidad entre ciencia y existencia de Dios no todos los argumentos resultan igual de convincentes. Quizá sea por pretender abarcar demasiado, o quizá porque al defender esta intención tan apasionadamente no penetra con profundidad suficiente en algunos aspectos. Por ejemplo, aunque inicialmente los autores señalan que no pretenden demostrar la existencia de Dios, sino ofrecer algunas pruebas racionales, el hecho es que de manera habitual en sus explicaciones asimilan estas pruebas a demostraciones cerradas.

Uno de los errores es el de no distinguir los diferentes planos de conocimiento y sus límites, para poder determinar claramente lo que dan de sí. Por ejemplo, el Big Bang no prueba el origen del universo, ya que el inicio del universo no puede ser demostrado partiendo del universo mismo. El método científico no puede ir más allá de los conceptos físicos (materia-energía, espacio-tiempo) para explicar cuándo comienzan a surgir. Son la filosofía y la teología las que deben entrar en juego para tratar de explicar el origen mismo, y por tanto la existencia del ser que crea ese universo.

A pesar de lo dicho, la obra puede resultar de gran ayuda para dejar claro lo errado que es pensar que el buen científico debe ser ateo o no preguntarse por la existencia de Dios. Al contrario, muchas de las pruebas de la ciencia, especialmente en los campos de la cosmología y de la vida, son buenos argumentos que sugieren lo racional que es creer que Dios existe.

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